¿Cómo podemos
ayudar a los niños y adolescentes en duelo desde el sistema educativo?
“A lo largo del
proceso de enseñanza-aprendizaje se presentan en la escuela muchas y variadas
situaciones que tienen relación con las pérdidas emocionales y el duelo. Es
necesario partir del reconocimiento y la aceptación de las mismas como parte de
la vida, y contar con estrategias suficientes para afrontarlas”
Rakel MateoSebastián: licenciada en psicopedagogía desde el 2002, psicoterapeuta, especialista en
procesos de duelo. Pedagoga sistémica.
Actualmente esta realizando su tesis doctoral sobre necesidades formativas del
profesorado en temas de muerte y duelo. Creó en el 2002 la asociación de
familiares y amigos en duelo Goizargi, la cual preside desde entonces.. A nivel
formativo da clases y talleres relacionados con el tema y forma parte del equipo
de apoya a escuelas de la
Comunidad autónoma Vasca.
Presentación
a cargo de Pilar Martínez Tierraseca, miembro del grupo fundador de Talitha.
La
relación de Talitha con Rakel se remonta ya unos años atrás. Nos conocimos en
Lleida, en una de esas Jornadas de la CAD, la Coordinadora de Acompañamiento alDuelo, en las que participaban varias asociaciones, entre ellas Talitha y
también Goizargi.
Y allí
pudimos ver su calidad personal, meses después, las casualidades no existen,
pudimos vernos de nuevo en Madrid, cómo no, en unas Jornadas de Duelo, donde
igualmente un grupo de asociaciones estábamos allí presentes para compartir.
Ahí se veía ya la sintonía que había entre nosotros y de ahí arrancamos este
encuentro de hoy. Le propusimos a Rakel venir y tardó un segundo en decir que
sí, que contábamos con ella.
Aquí donde la veis tan joven, lleva ya 11 años trabajando en el duelo y
le está dedicando su actividad profesional y personal, porque hay una parte de
su trabajo voluntario, pero aunque hay un grupo de voluntarios que le ayudan,
todo hay que decirlo, ella es la persona de la que salió la idea, quien coordina y dirige, y organiza todos esos
talleres que ofrecen, tanto para jóvenes, como para niños, al igual que para
adultos, es importante la labor que haces allí, Rakel, muy importante. El tema
de hoy, es como veis en el programa: "Educación en y
para la muerte, cómo podemos ayudar a los niños y adolescentes desde el sistema
educativo", tema que comenzamos ayer con orientadores y coordinadores
de los Centros escolares de Albacete, allí ya se dejó una semilla y ahora os emplazo a
vosotros, los profesionales que tenéis una tarea importante, y yo confío en que lo que sembramos ayer no se
quedé ahí solo, es importante que valoremos lo que significa para nuestros
hijos, para nuestros niños, no solo desde la familia sino también desde el
sistema educativo, los coles y los institutos.
Gracias en nombre de Talitha por estar aquí, gracias por tu dedicación al duelo, por hacer que la palabra
muerte no sea un tabú, por enseñarnos y que podemos pararnos a reflexionar
sobre eso.
Rakel
Mateo
"Buenos
días ante todo y continúo con eso de la gratitud, pues para mí es también muy
agradable estar hoy aquí y haber pasado junto a vosotras el día de ayer,
gracias por el encuentro. También quiero agradecer a Pilar las palabras que ha
dicho y a todas las personas que habéis hecho posible que día a día sigamos
caminando por un proceso que al principio parece feo, duro, parece difícil y lo
es, pero que cuando te das el permiso de colocarte a medio de caminar, también
tiene un contacto tan directo con el corazón, que te lo abre así de grande, y
te hace colocarte en la vida de manera diferente.
Como
veis en el título de la ponencia, cuando pones la palabra educación en y para
la muerte, ya solo eso como que nos descoloca un poco. Piensas si se puede
educar uno en y para la muerte, pues yo no sé si se puede, pero al menos en la
zona de Navarra en la que yo estoy, en Pamplona, sí lo estamos haciendo, y yo
os lo voy a intentar demostrar con toda la humildad para que conozcáis qué
cosas sí se pueden hacer.
Yo, como
ha dicho Pilar, también creo que las casualidades no existen, creo que existen
las causalidades, y no es casualidad que yo esté aquí hoy, ni tampoco lo es que
yo me dedique a estos temas. Yo perdí a mi hermana Paula, que tenía 11 años cuando murió. Yo tenía
entonces 15 y a mí me gusta tenerla presente cuando vengo a estos sitios y en
mi vida en general.
Cuando
murió Paula y yo volví a mi centro educativo, tuve la sensación de sentirme tan
mirada, tan observada y tan diferente de todo el mundo, pero que nadie me decía
nada para poder paliar parte de la situación que yo tenía, se me quedó un hueco
importante en el corazón, y seguramente ese hueco el que hoy me hace estar aquí
y que me empuja a hacer cosas obre todo este tema, porque creo que los niños
que se enfrentan a situaciones de duelo, es importante acompañarles y no solo
eso, sino que se intente ir un poquito más allá, porque yo creo que se puede
prevenir cuando uno en un centro educativo se da el permiso de abrir el corazón
y de hablar aunque nos cueste.
Fijaos
que cuando yo empecé a pensar en esto, en cómo puedo yo trasmitir este mensaje,
me planteé una pregunta y lo primero que me vino fue: el duelo en la escuela
como una asignatura pendiente, y pensé:
“puede ser un título bonito”, pero enseguida pensé que no estaba bien emplear
el término asignatura pendiente, ya que este término significa que es algo que
no has hecho bien y yo me pregunté si realmente la educación en y para la
muerte está ya haciéndose y me di cuenta de que no, y por eso me di permiso
para cambiar el título y plantearlo como un reto. Creo que estamos ante un reto
no solo educativo, sino social, de intentar darle la vuelta a ese concepto de
muerte, siendo conscientes de que la muerte duele, pero que si la colocamos
delante y la miramos, somos mucho más capaces de caminar por él.
Voy a
intentar explicar el proceso de duelo de una manera muy simbólica para poder
entenderlo. Vamos a hablar un poco también de la psicología evolutiva de los
niños, pues a veces no nos damos cuenta de que para poder acompañar a un niño
en el proceso de duelo, será importante saber qué es lo que ese niño entiende
en ese proceso, qué es lo que siente y qué entiende por la palabra “muerte”. Porque
nosotros los adultos muchas veces, les miramos desde el rol de adultos, y desde
como adultos entendemos de la palabra “muerte”.
Sin
embargo, ellos conforme van creciendo, entienden a nivel evolutivo la palabra
“muerte” de una manera diferente. Por eso, yo cada día más me sorprendo cuando
me doy cuenta de que los maestros y educadores no tenemos en cuenta esto. ¿Por qué no nos
dicen esto en la Universidad cuando estudiamos? Yo creo que sí nos lo
enseñaran, evitaríamos situaciones que a menudo suceden y calificamos a un niño
de traumado. Y por último, os traigo una reflexión sobre la manera paliativa en
que se trata en los centros educativos el proceso de duelo y ver si es posible
además tratarla a un nivel preventivo. ¿Por qué no podemos hablar con los niños
del tema de la muerte con los niños? ¿Por qué no podemos utilizar situaciones
que suceden en la vida cotidiana para incluir esta temática en el centro
educativo, lo mismo que dentro de las familias. Por ejemplo cuántas veces ha
ocurrido que se nos ha muerto un pez en casa y hemos corrido rápidamente a
comprar otro pez para que el niño no lo vea flotando en la pecera. Entonces, si ni siquiera queremos enseñar al
niño esa realidad en relación a un pez, que lo único que le ha ocurrido es que
ha muerto, cómo le vamos a querer enseñar esa otra realidad que a veces también
sucede, como a mí me pasó.
Pues
bien, parece que nos cuadra poner la palabra escuela, niños, jóvenes, junto a
las palabras alegría, juego, futuro, sin embargo, parece que vincular la
palabra muerte con escuela, o con niños, es como si se rechinasen. Pero esto es
mentira, es una fantasía, ya que la realidad de la muerte está en los centros
educativos igual que la realidad de la vida. La realidad de la muerte está en
la sociedad igual que la realidad de la vida, y sin embargo estamos
constantemente viviendo de espaldas a la realidad de la muerte y esto lo único
que hace es excluirla y tenerla detrás, persiguiéndonos. Y lo que yo pretendo
es colocarla delante, no quitar el dolor, no quitar la situación de impotencia,
de angustia, sino mirarla de frente, porque creo que cuando las cosas se miran
de frente es muchísimo más fácil abordarlas.
Os he
traído para empezar a reflexionar sobre el tema que nos ocupa un corto de animación que dura 6 minutitos y que se titula “La dama y la
muerte”. Ganó el Goya en el 2010 y lo podéis ver cualquier de vosotros a través de
internet, y que tiene muchas posibilidades de utilizarlo tanto con adultos como con
niños y adolescentes.
(Tras
visionar el corto) Rakel pregunta dirigiéndose al público: ¿Me podéis decir qué
simboliza este corto?.....cualquiera de vosotros
- Un
asistente del público contesta: Yo ya lo había visto, y creo que simboliza la
lucha entre la ciencia y la muerte. La ciencia muchas veces viene a
rescatarnos, lo que en muchos casos es de agradecer, pero en otros casos se
convierte en una lucha desmesurada a costa de pagar un precio demasiado alto
para el muriente y sus familiares.
- Rakel:
eso es, fijaos que la mayor parte del corto es una lucha, entre la muerte,
representada por esa ancianita que al parecer desea morir, y que tiene la foto
de su marido, supuestamente, ya muerto, como queriendo encontrarse junto a él,
y la otra parte, la sociedad, representada por el médico, en este caso, que
además nos lo muestra como un médico cachas, guapo, estupendo, y que representa
la realidad que estamos intentando mostrar en esta sociedad en que vivimos. Así,
este corto simboliza lo que ocurre en la sociedad actual, en la que solo
miramos lo bello, lo bonito, lo maravilloso, la competitividad y la muerte no
la miramos. Y también esto es lo que se enseña en los centros educativos, y si
no nos paramos, si no vamos más lentos, no podemos crear las condiciones para
que crear este espacio, donde el duelo está reñido con la competitividad y con
la cabeza. El duelo se elabora desde el corazón, y el corazón necesita espacio
y tiempo. Por eso os he querido mostrar este corto, para reflexionar sobre esto
y para que os deis cuenta de que no es tan complicado tratar el duelo y la
muerte en la escuela. Yo he empleado este recurso muchas veces en un centro
educativo, y es suficiente para crear el espacio para hablar de todo esto, y
permitir la acogida y la escucha de lo que surja. Y esto ya es prevenir, porque
hablar y compartir es prevenir.
Os he
traído otra frase que me parece muy simbólica para reflexionar sobre algo que
considero esencial:
“Lo que sentimos hace tanto ruido que los niños no pueden
escuchar lo que escuchan”.
Yo me encuentro constantemente con personas que
viene a mí en busca de protocolos y herramientas sobre cómo tratar el tema del
duelo con los niños, y lo primero que les digo es que yo no doy ninguna
herramienta ni protocolo, porque no me considero quién para decir cómo se hacen
las cosas, ni si las cosas se hacen bien ni mal. Precisamente por lo que esta
frase dice. Pues creo que lo verdaderamente importante es que cada uno nos
paremos a mirar qué nos pasa con el tema de la muerte, cómo nos posicionamos
ante él. Porque si yo, como educador o profesor quiero introducir el tema de la
muerte, del duelo, de las emociones, del dolor, pero a mí me da un “yuyu” que
no puedo con él, es bastante complicado que yo muestre cosas, ya que lo que
sucederá es que al comunicarme, yo diré una cosa, y por otro lado mi corazón y
mi emoción va a estar expresando una cosa totalmente diferente. Y todos los que
trabajáis con niños sabéis como yo, que ellos se dan cuenta de cuándo estamos
haciéndolo de forma incoherente, entre lo que decimos y lo que sentimos. Yo
creo que este es el gran problema cuando incluimos el tema de la muerte en los
centros educativos, y que está de base la persona antes que todo lo demás, y si
una persona, docente, papá, mamá, no puede mirar este tema, es muy difícil que
pueda acompañar a niños en proceso de duelo, ni a nivel preventivo tampoco.
Y yo os
pregunto, ¿sabemos lo que es el duelo? yo os traigo
definiciones de personas en duelo, porque existen múltiples definiciones
teóricas sobre el duelo, pero si decimos que el duelo se vive desde el corazón,
a lo mejor es más importante bajar hasta el corazón para saber qué es el duelo.
Para mí, un proceso de duelo es una respuesta normal, natural y humana a una pérdida. Y yo aquí os vengo a hablar de duelo
por muerte, pero muchas veces el duelo también significa una pérdida en otros
ámbitos de la vida, que uno experimente desde que nace y crece hasta que muere. Por ejemplo: Un bebé, desde que nace, ya sufre una pérdida cuando se desvincula del vientre
materno, donde estaba tan a gustito, y desde ese momento, ya empieza a
colocarse en la vida y todo son situaciones de pérdida, es decir que el 100% de
los que estamos aquí nos vamos a morir y es una realidad que no podemos dejar
de mirar antes o después.
Ahora,
para explicar lo que yo entiendo como un proceso de duelo, me gustaría que
imaginaseis que sois una de esas bolitas verdes que veis ahí en la pantalla, y
que la otra bolita verde es cualquier persona realmente significativa para cada
uno de vosotros. Y utilizo este símil de las bolitas porque refleja nuestro
“rodar” en la vida, ¿vale? Cuando esas dos bolitas, la persona que yo soy
y la persona importante para mí, se van
encontrando, se da el apego y todo lo que explican las teorías sobre el apego,
que muchos de vosotros ya conocéis, como la de J. Bowlby. Y lo más importante es que aunque hemos
construido una nueva bolita para rodar juntos en la vida, no es una bola, sino
dos: Yo y Tú. Sin embargo, ya sea ese
Tú, la pareja, los hijos o cualquier persona que hayamos elegido, Yo no dejo de
ser yo mismo sin ti, y yo sin ti, soy muchas cosas. Lo que quiero decir es que
cuando yo he acompañado a muchas personas en duelo, por viudedad u otro tipo,
esa situación de super exceso de amor, de la media naranja, luego hace mucho
daño, porque si decimos: “Yo sin ti no soy nada”, entonces, significa que si tú
mueres, yo también, y eso no es real, porque la gente de duelo no nos morimos,
nos morimos si hacemos algo en situación de duelo, cuando elegimos quitarnos la
vida, pero de duelo no morimos, esa es otra de las fantasías que tenemos en la
cabeza.
Ahora,
fijaos lo que ocurre cuando una de esas bolitas desaparece, ya sea por muerte o
por separación al decidir que no quiere seguir compartiendo su vida conmigo.
Entonces lo que sucede es que yo me quedo así (en el dibujo se observa que la
bolita tiene un hueco, está incompleta y ya no es redonda), y lo que sucede es
que la sociedad, como decíamos al principio, lo que hace es seguir empujando
para que yo siga rodando, imaginaos entonces lo que nos pasará, cuando no
podemos seguir rodando y se nos empuja, pues que nos daremos un tortazo tras
otro. Y es lo que sucede en muchos procesos de duelo que requieren tiempo y
espacio para sanar. Porque lo que cura
las heridas no es el tiempo, sino lo que tú hagas con el tiempo. Y yo no sé cuánto dura un duelo, ya os lo digo
de antemano, pues depende de cada persona de manera individual, pero lo que sí
sé es que requiere un espacio y un tiempo para sanar. Porque según el enfoque
con el que yo trabajo, sanar un duelo es volver a completarse y poder seguir
rodando en la vida. Ya que cuando una persona como muchas de las que estáis hoy
aquí, pasa por un duelo, lo que ocurre no es que sigue viviendo sino que sigue
sobreviviendo. Y uno tiene la sensación de que se levanta por las mañanas
porque es lo que toca, y hay que seguir haciendo cosas, pero no tiene ilusión
por la vida, ni ganas de rodar en la vida, si hace sol está mal, si llueve
también está mal, ¿por qué? Porque yo estoy mal.
Un
proceso de duelo implica volver a llegar a ser una bolita que ruede de manera
sana, normal, y hay dos cosas que son diferentes, en la bolita que era yo antes
y en la que hay después de mi proceso de duelo. Y esas dos cosas diferentes que
según yo creo, son sí o sí, es que siempre hay un crecimiento si uno elabora su
duelo de forma sana. Y esto, cuando yo lo comento con una persona que está al
principio de su proceso de duelo, le cuesta de creer y me miran raro, y yo le
entiendo, porque yo miraba raro a quién me lo dijo cuando murió Paula, pero
conforme uno lo va viviendo y lo va sintiendo se da cuenta de que es así.
Si todo
esto, nos damos permiso de hablarlo y compartirlo con los niños y adolescentes,
a lo mejor podemos empezar a prevenir muchas cosas, y quizás si les sucede que
pierden un ser querido, ellos se den permiso para estar un tiempo así, y que
tampoco pasa nada. Esa sería la primera diferencia en las bolitas de antes y de
después del duelo; y la segunda diferencia es que aparecen esos puntitos
blancos que veis ahí, y que representan el recuerdo positivo, pues yo considero
que elaborar el duelo de una manera sana siempre implica llegar a un recuerdo
positivo.
Quiero decir que al inicio de un proceso de duelo, al recordar a la
persona querida que ya no está, aparece mucho dolor, y ese dolor le impide
vivir, pero cuando uno ha caminado y llega al final, el dolor no le impide
vivir, aunque eso no significa que no duela, y yo siempre me peleo con muchos
profesionales que afirman que cuando al final del proceso de duelo, sigue
habiendo dolor, eso significa que el duelo está congelado, es patológico, no sé
qué historias. Y entonces, la primera patológica que hay aquí soy yo. Porque
Paula murió hace 17 años y en algunos momentos sigo sintiendo mi dolor, porque
mi corazón tiene una herida, que a pesar de estar sanada, se hace presente, y
me dice que está ahí, aunque el recuerdo de mi hermana no me impida vivir, sino
que cuando la recuerdo, siento cosas en mi corazón. Esa es la diferencia, ¿me
he explicado?
Todo esto está basado en una serie de teorías, de diferentes
autores, y a mí me gusta trabajar mucho con las cuatro tareas de William
Worden, que os lo comento por si a alguien le interesa. Y simplemente las voy a
nombrar:
1ª) aceptar
la realidad de la pérdida, y enfatiza “aceptar con la cabeza y con el corazón”.
Esto quiere decir darme cuenta de que estás muerto o muerta.
Ya sé
que con la cabeza todos sabemos que esa persona ha muerto, si no, nadie
enterraríamos a nadie, pero lo que significa también es sentir con el corazón,
o lo que es lo mismo: que cuando te sientas en la mesa, tienes que poner un
plato menos, o hay una silla vacía en Navidad, o que cuando tienes que poner la
lavadora, ves que hay menos ropa, cuando habitualmente el timbre sonaba a las
tres de la tarde y ahora ya no suena. Y durante el proceso, hay tortazos de
realidad, que es lo que digo yo, que nos ayudan a aceptar con el corazón,
porque saberlo con la cabeza ya lo sabemos.
2ª)
trabajar las emociones y el dolor en la pérdida. Esto pone la mirada en el
batiburrillo emocional que sentimos cuando estamos en duelo, en el que cuesta
diferenciar si es rabia, tristeza, angustia, impotencia, frustración, miedo….Por
eso, cuando queremos trabajar a nivel preventivo en las escuelas, lo que buscamos
es que el niños aprenda a diferenciar las emociones, y perdonar, pero las
emociones no se diferencian colocando una sonrisa en la pantalla de un
ordenador, como yo lo he visto en alguna ocasión, sino enseñar la competencia
emocional. ¿Para qué? Pues para que en situaciones tan difíciles como el duelo,
donde aparece el batiburrillo emocional, me resulta más fácil identificar lo
que estoy sintiendo. El objetivo del proceso terapéutico es que la persona
diferencia sus emociones y las vaya ordenando en el armario, aquí tengo esta
emoción, aquí tengo esta otra, y cuando me viene, es más fácil elaborarlo.
3ª)
adaptarme a un medio en el que el fallecido está ausente. ¿Qué significa esto?
Pues que todas las personas en el mundo ocupamos roles en la vida. Yo soy hija,
yo soy hermana, soy esposa….y las personas que mueren son muchas cosas, por lo
tanto cada persona tendrá que adaptarse a la ausencia de esa persona y lo que
significaba para nosotros. Por ejemplo, si en casa yo tengo un jardín que solía
cuidar la persona fallecida, el jardín seguirá creciendo por mucho que yo esté
en duelo, entonces tendré que adaptarme al hecho de que ahora ese rol lo
ocupará otra persona, o quizás no lo ocupe nadie y tenga que aprender a hacerlo
yo misma o a vivir con esa soledad, y habrán momentos en los que yo tenga que
caminar por ese proceso.
4ª)
adaptarse emocionalmente al fallecido y seguir viviendo. Lo que significa
encontrarle un hueco apropiado en mi corazón, o sea, caminar en mi vida contigo
en mi corazón.
Y estas
cuatro tareas no se llevan a cabo de una manera lineal, esto es importante
porque quiero que entendáis que es solo una manera didáctica de explicarlo,
pero que en la realidad esto es un ir y venir continuo, aunque es cierto, que
según el momento en el que uno está, hay una tarea que se hace más evidente que
otra, pero podemos decir que la persona va caminando constantemente en todas.
A partir
de esta explicación sobre lo que es el proceso de duelo, voy a intentar
centrarme en la psicología evolutiva, como decía al principio, para saber lo
que es normal y lo que no lo es en el proceso de duelo de un niño. ¿Os
imagináis lo que sería no saber cuándo es normal que un niño ande o no? ¿O
cuándo es normal que controle esfínteres? Pues esto es lo que sucede en las escuelas
respecto al proceso de duelo y el concepto de muerte, cuando hay muchas
situaciones en los centros escolares en las que muere un abuelo o un papá de un
alumno, o un hermano, o un primo, etc….
Por eso
os he traído como ejemplos varias conversaciones de niños que muestran cuál es
su representación de la muerte:
·
¿verdad
que cuándo se mueran “todos” los que van por la calle, después nos moriremos
nosotros?
·
¿y
quiénes son los que van por la calle?
·
Pues
los mayores, casi siempre es así, solo se mueren los mayores.
Como
veis, hay un momento evolutivo en la que el niño cree que solo se mueren los
mayores y los que están en el hospital.
- Si te comes las bolitas rojas del árbol, te envenenas y te vas al cielo.
- Claro, y luego te caes y te mueres.
Nosotros
a veces no nos damos cuenta que la palabra muerte, implica otros conceptos que
es necesario entender para asimilar el concepto de muerte, y que por eso los
adultos sabemos que cuando te envenenas, te mueres, pero los niños no. Por eso,
cuidado con lo que decimos cuando las personas se mueren, porque algunas
personas tienen creencias religiosas y otras no, pero yo veo que las que no la
tienen, para estas cosas si la tienen, porque así al menos tienen algo de lo
que agarrarse, y mucha atención con decirle a los niños muchas cosas, si
nosotros no creemos en eso.
Otras frases
de niños que he escuchado son:
·
¿verdad
que cuándo te mueres y te pasan millones de años por encima te vuelves piedra
fósil?
·
¿y
cuándo truena, qué pasa, se caen todos los truenos del cielo?
·
Yo
le he pedido a Papá Noel una escalera muy alta para subir al cielo.
Como os
decía antes, para entender el concepto de muerte los niños tienen que entender
previamente otros tres términos
- Universal
- Irreversible
- Permanente
Y el
niño, según la edad que tenga, puede que entienda estas palabras o no, y por
eso no sabe qué significa para siempre, y se cree que alguien muere por un
ratito, o no entiende que universal, significa a todos los seres humanos, sino
que piensa que el mundo es su familia solamente o sus amigos. Y también
necesita saber lo que implica el pasado, el presente y el futuro, según su
edad, es un poco de lío manejar las palabras ayer, hoy, mañana….Por eso es
preciso tener en cuenta su edad, su madurez, su capacidad de comprensión, así
como los valores que tenemos como familia o como centro educativo y las
creencias religiosas que hay, para que exista una coherencia entre las
versiones que se les da, y no volverles locos sin que entiendan nada. Y tampoco
podemos mentir a un niño, con la excusa de que como es pequeño no lo va a
entender, porque luego crece y se da cuenta de que le has mentido. Por lo
tanto, es importante que los niños sepan las cosas tal y como son desde el
principio, ya que ellos con su cerebrito lo van a adaptar a su necesidad y lo
van a ir preguntando conforme lo vayan necesitando entender.
A nivel
general podemos decir que:
-
hasta
los 2 años el niño no comprende la muerte. Y añado, que no comprendan, no
significa que no la sientan, porque una cosa es la cabeza y otra es el corazón.
Su capacidad cognitiva no comprende la palabra muerte, pero su corazón y su
cuerpo siente cosas y reacciona a lo que sucede. Por eso, ellos experimentan
sensación de separación y abandono. Y reaccionan con problemas
gastrointestinales, con más llanto o con otras respuestas que para ellos son
posibles. Y lo más importante en esta etapa evolutiva es volver a la rutina de
ese bebé cuanto antes para dar respuestas a sus necesidades, lo que no quiere
decir como algunas personas dicen que eso es sustituir, pues no es cierto.
-
De
los 3 a los 5 años entiende la muerte como algo reversible y temporal. Como
decíamos antes, es como morirte un rato, y para ellos esto es posible, y por
eso no está tan mal. A esta edad, las necesidades físicas del niño son
parecidas a la etapa anterior, la diferencia es que ya pueden hablar. No
obstante como para ellos es algo reversible y temporal, pueden preguntar muchas
veces cuando va a volver su papá o su mamá. O puede mostrar indiferencia, ¿por
qué? Porque un niño a esta edad cuando tiene una emoción la procesa y después
va a jugar con normalidad, y cuando les viene otra emoción igual, la siente, la
gestiona emocionalmente y luego sigue en su historia como si nada hubiera
ocurrido. Mientras que un adulto que es casi todo cabeza, está venga a darle
vueltas a las cosas.
-
De
los 6 a los 8 años se considera algo final y origina miedo, y creen que es algo
que les sucede a los demás, al mismo tiempo que sienten curiosidad, lo que les
lleva a preguntas muy concretas. Y aquí es importante prestar especial atención
al pensamiento mágico, es decir, que les ha ocurrido como un castigo a algo que
hicieron. Pues en esta etapa ellos creen que lo que piensan, se cumple, y por
eso es necesario desculpabilizar todo esto, nadie tiene la culpa de lo
sucedido, sobre todo en estas edades. Además, como decíamos antes piensan que solo
les sucede a los mayores y a quienes están en los hospitales, porque hemos
socializado la muerte y solo ocurre en algunos lugares donde evitamos ir, por
si acaso, porque puede ser que al hacerlo suceda, por eso mejor de la muerte
mejor ni hablar, no vaya a ser que….Por esto lo característico en estos casos
es ir entre el rechazo y el admitir la pérdida, al igual que nos sucede a los
adultos, ¿quién no ha ido desde el rechazo a la aceptación, al darse cuenta de
lo duro qué es el duelo por la pérdida?
-
Y
de los 9 en adelante, ya adquieren el subconcepto de la irreversibilidad de la
muerte y por lo tanto podríamos decir que a nivel general, ya entienden la
muerte al igual que nosotros. La reacción en esta etapa es la negación, porque
es una reacción típica en los adolescentes sobre todo al igual que la rebeldía.
Pues el duelo, lo que hace es multiplicar nuestra forma de estar por 10, si yo
soy rebelde en mi vida habitual, al sufrir un duelo, soy rebelde por 10, o si
soy insegura, aumentará por 10 mi inseguridad. Y sobre todo en la adolescencia
que hay problemas de identidad, si le añades la ausencia de tu padre, de tu
madre o de tu hermano, con lo que eso implica en una casa, puede dar lugar a
más problemas, aunque no siempre es así de manera necesariamente obligada. ¿Me explico? Esto no son más que
orientaciones.
Y lo que
yo también considero importante es el concepto de apertura. ¿Por qué los grupos
de autoayuda funcionan? Porque una persona en duelo necesita manifestar lo que
está sintiendo, rememorar a esa persona que está muerta y los niños también. Pero
ellos lo hacen a su manera, por eso como les hemos dicho a los padres que es
importante que el niños sepa la realidad y el padre haciendo caso del
profesional se lo dice al niño, pues ésta va a comprar el pan y le dice al
panadero: ¿sabes que mi papá está muerto? Y la mamá se queda de piedra y se
cree que el niño está "traumado". No, no es que esté "traumado", ¡ojo!, sino que
está en su proceso, y lo está diciendo además porque necesita ver cómo los
adultos reaccionamos cuando él dice esas cosas.
¿Todo
esto cómo lo tenemos que hacer? Tenemos que hablarles cuidadosamente de las
dificultades de la vida. Estamos entrando en una situación social en la que a
los niños les ocultamos todo lo negativo que hay en la vida y esto es una
tontería. En terapia escucho muchas veces: “No le puedo decir que papá tiene
una enfermedad porque no se va a sentir bien”. Eso es colocarle en una burbuja
de mentira que la vida ya se encargará de romper cuando llegue el momento. Todo
el mundo sabe que la vida tiene altibajos y que todos pasamos por ellos.
También
es básico admitir que los adultos no tenemos respuestas para todo. Hay cosas
que no tienen respuesta y nos empeñamos en darles respuestas a todo. Y por eso
os pregunto ¿hay alguien que sepa por qué la gente se muere? ¿Alguien me lo
puede contestar?
Saber
que hay cosas que no se pueden entender, y que hay situaciones que están por
encima de nosotros, va a ayudarnos a enfrentar el proceso de la vida. De lo
contrario, nos creemos que podemos con todo, y que somos más de lo que
realmente somos, algo que los seres humanos erróneamente pensamos muchas veces,
hasta darnos cuenta de que somos minúsculos.
Además, es bueno hacerles participar en el proceso de enfermedad y muerte si lo desean.
¿Siempre? No ¿Nunca? Tampoco. Cuando ocurre un proceso de este tipo en una
familia, hay que preguntarle al niño si quiere ir, no hay que llevarles a la
tía del pueblo sin decirles lo que ha pasado, o cogerles del brazo y llevarles
al Tanatorio, porque me han dicho que tiene que participar. Y si les
preguntamos y nos contestan que sí quieren, hay que explicarles, sobre todo si
no lo saben, qué es lo que se van a encontrar.
Y
permitirles la expresión de sus sentimientos, pero ¿cómo? Pues permitiéndome
expresar yo los míos. Alguna madre en terapia me dice: “Es que mi hijo no
llora”, y yo le pregunto: ¿y tú? A lo que me dice: “No, delante de él yo no
lloro porque si lo hago se va a poner triste”. Bueno, pues entonces él lo que
hace es copiar lo que tú haces, básicamente.
Tampoco debemos evitar la palabra muerte, la muerte se llama muerte, no se llama “se ha ido”,
¿eh? Porque los que se van pueden volver y el que se ha muerto no. Hay que
nombrar a las cosas por su nombre, los niños son mucho más maleables que los
adultos. En terapia, he acompañado a muchos niños en los que me he limitado a
cerrar lo que es el vínculo afectivo, pues no ha sido necesario ir más allá de
eso. Los niños, en general, elaboran los procesos de duelo, por defecto de
manera más sana y natural que los adultos. Y lo que suele pasar es que muchos
adultos los traen como excusa para intervenir con los padres, porque ellos son
solo modelos de lo que está sucediendo en el sistema familiar.
Todo
esto ¿cómo?, pues intentando hacerlo sin:
-
descalificar,
-
imponer,
-
generalizar
y,
-
mentir.
Mentimos
mucho a los niños y ocultar la verdad es también mentir. A veces no nos damos
cuenta de que es preciso dar importancia a lo que para ellos es importante y
les imponemos nuestra manera de ver o de hacer, como hacemos con los adultos:
“lo que tienes que hacer es salir de casa, relacionarte, distraerte, etc..
O
generalizar: “ya, pero esto es lo que les pasa a todos”. Bueno, ¿y a mí qué me
importa que les pase a todos?
Sin
interrogar, juzgar, interpretar o evadirse. Nos evadimos mogollón para evitar
estar en estas situaciones.
Nos
pueden servir estas frases que os pongo aquí:
1.
No
sé qué decirte
2.
Yo
también me siento de esta manera
3.
Si
te apetece que hablemos o si prefieres estar solo.
4.
A
mí también me gustaría comprenderlo pero no lo entiendo.
5.
Quiero
que sepas que estoy aquí si tú me necesitas.
Hay
niños y adolescentes que nos necesitan y otros que no nos necesitan, pero es
importante que sepan que si nos necesitan, estaremos ahí.
¿Qué es
lo que no está bien? Frases como
1.
No
te preocupes
2.
No
te enfades
3.
No
lo pienses, y ya verás cómo todo irá bien
4.
Tienes
que se fuerte por tus hijos.
¿Quién
sabe si todo irá bien o no? Cuando lo que sucede es que lo normal es que al
pasar varios meses, te sientes peor, porque te das más cuenta de la pérdida. Y
¿cómo no me voy a preocupar si ha muerto mi madre o mi padre? ¿Os imagináis que
a alguien le tocara la lotería y le dijéramos: no estés contento? Pues no, esto
no nos lo planteamos pero es así, es lo mismo pero colocado en el otro extremo,
como si le dijéramos no entiendo por qué estás contento.
Todo
esto que os explico podéis encontrarlo en la web de nuestra asociación y en mi
web personal también lo tenéis, ponéis mi nombre y aparecerá. En Pamplona hemos editado unas guías, una de
ellas es el duelo en los niños, que la editamos a través del Gobierno de
Navarra, y está en diferentes centros de salud, en centros de atención
primaria, y habla un poco de todo esto que yo os digo.
Y nos
vamos a la última parte de esta ponencia: La escuela.
Os he
traído un testimonio, que soy yo, hace unos años, cuando tenía 29, y que surgió
de Kepa Camiña, una persona con la que colaboro en el País Vasco, que sabe
mucho más que yo en relación con el tema del duelo en la escuela. Yo le pedí
ayuda para una tesis que estaba elaborando, necesitaba una serie de datos, y
entonces yo le contaba mi historia sobre las razones que me habían llevado a
meterme en todo esto y ella me pidió permiso para utilizar mis palabras para
una Jornada que ella estaba preparando. Por eso pensé ¿y por qué no las voy a
utilizar yo para mí?
Os he
traído un extracto de aquello que yo le contaba entonces a Kepa:
“Y
después es cuando llegó la realidad, esos días fueron como una nube espesa en
la que funcioné creo que bien, según lo que se esperaba de mí, fui fuerte, creo
que demasiado, porque como buena adolescente que era me salió la necesidad de
hacerlo todo bien. El siguiente lunes me incorporé a mis clases, y fue una de
las peores experiencias que recuerdo, me sentía totalmente observada, sola y
sin apoyos para salir de todo el mogollón emocional que tenía adentro. Como te
digo, salí airosa del asunto, fui buena persona, buena estudiante, pero vacía
por dentro. Necesitaba ayuda y creo que la pedía a gritos pero nadie me la
daba. En el colegio no supieron reaccionar correctamente y en mi familia
bastante tenían con sus emociones y mi entorno de amistades no se atrevía a
decirme nada. Total, que lo que yo necesitaba era hablar, verbalizar y
canalizar todo lo que yo sentía, y nadie me dio el espacio para ello”.
Yo creo
que ante el adolescente que sufre una pérdida, no hay que mirarle solamente
cuando reacciona de forma “negativa”, porque yo reaccioné estupendamente, luego
vino Paco con las rebajas unos años después y me dio “pa el pelo”. ¿Por qué
reaccioné tan bien? Pues porque pensaba que bastante había ya en mi casa para
que encima yo fuera un problema más. Entonces lo que hice fue refugiarme en ser
una hija estupenda, sacar unas notas estupendas y parecía que yo estaba tan
estupenda….y en realidad ¿qué estaba haciendo? Refugiarme en otras cosas que no
eran la realidad, y esto también es importante tenerlo en cuenta. Porque muchas
veces en la familia y en los centros educativos no se mira todo esto, porque
estos son los que van bien, los que están encarrilados y mira no, porque luego
salió por otro sitio. Por eso, miremos las dos cosas, no solo los que son
rebeldes, los que tienen problemas escolares…¿vale?
Y lo más
importante, y eso siempre lo digo, que de una manera instintiva lo tenemos
todos, aunque tengamos mucho miedo, si nos quitásemos la capa del miedo, nos
saldría todo mucho más fácil, es acompañar a las personas que están viviendo
una situación de duelo, si yo lo único que necesitaba era que alguien me
dijera: ¿cómo estás? O ¿necesitas algo? Aunque igual yo le hubiera dicho: “pues
mira no, no necesito nada, porque como soy adolescente, paso de contarte a ti
lo que necesito que ya se lo cuento yo a quien me dé la gana”.
Si
educáramos en la escuela no solo de manera paliativa sino también preventiva,
no se darían situaciones como la que a mí me sucedió, en la que perdí a mis
amigas, me sentía sola y observada y con un gran vacío dentro. Por eso es esencial sembrar para que luego si
llega el caso, no se den situaciones de este tipo.
Además
cuando uno vive tan de cerca una muerte, uno dice de repente, “huy!, si resulta
que nos morimos y que me puedo morir”, y uno se da cuenta de que la muerte está
ahí, toma conciencia de que es una realidad de la vida. Por eso, educar a los
niños en conciencia de mortalidad, nos va a recordar que además de que somos
homo sapiens, es decir, seres culturales, pensantes y buscadores de
conocimiento, que es lo que hasta ahora nos han enseñado, a todos los que
estamos aquí; ahora en los colegios también algunos educadores y profesoras se
preocupan y se interesan en educar también en lo emocional, también es
necesario educar en inteligencia emocional. Porque los niños y los adolescentes
tienen mucho amor por dentro, y por eso si creamos espacios para abrir el
corazón, alucinas con todo lo que sale, pero claro si solo hablamos desde la
cabeza y no les damos el permiso para sacarlo. ¿Qué nos pasa a las personas
cuando estamos en duelo? Que nos metemos para dentro y entonces nos damos
cuenta de tenemos parte de nuestra identidad que desconocemos y de repente
vemos que somos intuitivos, que necesitamos intimidad, libertad y descubrimos
que necesitamos mirar otras cosas, buscar otras cosas, ¿por qué? Porque tenemos
un corazón que se ha despertado. Y yo os digo que en mi caso, yo era la más
escéptica de todas estas cosas.
¿Por qué
y para qué educar?
·
Porque
nos hace valorar lo que tenemos y cuidarlo,
·
porque
nos prepara para la muerte,
·
porque
nos amplía el concepto de amor y nos humaniza
·
porque
nos da el sentido del compromiso y la responsabilidad social
·
impulsa
a expresar nuestros sentimientos y a tenerlos al día
·
reconocer
un valor determinado a lo material.
Todas
estas cosas las conseguimos si damos el permiso de empezar a hablar de otra
manera, y las personas nos vinculamos cuando hay corazón. ¿Qué pasa en las
asociaciones como Talitha o Goizargi? Yo siempre he pensado: “No sé cómo esto
puede funcionar si hay gente tan diferente, con ideas políticas distintas,
creencias religiosas diversas y sin embargo funciona”, pero cuando el corazón
se vincula todo eso da igual.
¿Cómo
tenemos que hacer todo esto? Primero con seguridad emocional, porque si vamos
ante los alumnos sin ella y temblorosos, se nos nota. Y si yo no miro cómo está
mi historia personal de pérdidas y coloco cada una en su sitio, es difícil que
yo hable de todo esto con los demás. A todas las personas del mundo se les ha
muerto alguien o han perdido alguien importante para ellas, y habrá que mirar
lo mío antes que nada, para no proyectarlo en los demás.
Hay que
tener siempre una coordinación familia-escuela. Este es un tema que es difícil
de tratar, ¿por qué? Porque hay que coordinar ambas cosas, yo no puedo ir por
un lado y la familia por otro. Yo tengo que conocer por dónde va la familia, y
viceversa. Y como decíamos anteriormente, hay que ser transparente y claro, la
muerte se llama muerte, las emociones se manifiestan y hay que tener una
integración normalizada, lo que quiere decir que no se trata de mirar al niño
con lástima toda la vida porque bastante tiene con lo que tiene, ni todo lo
contrario, sino buscar el equilibrio entre ambas partes. Hay que dar la
posibilidad de que haya expresión y escucha, fluidez, naturalidad, sinceridad y
honestidad, y objetividad.
Resumiendo, existen varias posibilidades en las que se podría trabajar:
1.
a
nivel preventivo, como ya os he explicado a lo largo de la charla.
2.
a
nivel paliativo, cuando hay una situación de muerte en un centro educativo,
bien sea porque al niño o adolescente se le ha muerto alguien de su entorno, o
bien porque algún alumno o profesor del centro fallece. Ahí hay que hacer una
intervención paliativa. No podemos hacer como que no pasa nada y todo lo que se
excluye se hace más grande.Ambas
se podrían incluir en varios sitios, a nivel preventivo se puede contemplar
bajo el Plan de Salud de bienestar y seguridad, como existe en Navarra. Todos
sabéis que cuando hay una simulacro de incendio en los coles, ahí es donde se
incluye, en el Plan General. ¿Por qué en las escuelas no puede haber un
protocolo de atención paliativa ante estas situaciones? Porque no sabemos si la
escuela se va a quemar, probablemente no, pero que seguramente sí va a haber
muertes en el entorno de un centro educativo, es una realidad que no se mira.
Y
la segunda serían las intervenciones puntuales. Lo que yo os he traído aunque
no me va a dar tiempo de informaros ampliamente, lo que yo he hecho ante una
situación de muerte en Navarra, el propio claustro a veces siente que no tiene
la capacidad para sujetar esa situación, entonces hay que buscar una
intervención de un profesional externo que pueda entrar y ayudar al claustro. Y
quiero insistir sobre esto, al claustro, porque los tutores son los que deben de
estar con los niños, porque eso es normalizar. No tiene ningún sentido que yo,
que soy alguien externo entre en el aula a contarles cómo hay que elaborar un
proceso de duelo, pues eso es desnaturalizar completamente la situación,
entonces, son los docentes los que tienen que sostener esa situación y yo parto
de la idea de que todos los profesionales somos capaces de hacer algo así, si
nos quitamos el miedo, ¿vale?
Y
la otra parte sería la parte preventiva, que a mí se me ocurre que se podría
realizar de dos maneras: una, dentro de actividades en áreas didácticas
específicas; es decir ¿por qué en biología no podemos hablar de cómo se muere
la gente? O ¿por qué en lenguaje no podemos reflexionar sobre textos que tratan
sobre personas que tratan esta temática?
¿Por qué en inglés no podemos traducir un texto que trate sobre emociones? En
fin, que no es preciso hacer cosas mucho más allá de lo que supone todo esto. Eso
es lo que autores como Mar Cortina y Agustín de la Herrán, que controlan mucho
más que yo, hablan de introducirlo ya no de una manera transversal, sino más
radical, porque entienden que es algo que llega al ser humano en su totalidad.Y
la otra posibilidad que es con la que yo he trabajado, y que sé que en Pamplona
se están haciendo cosas es incluirlo dentro de la hora semanal dedicada a la
tutoría que tienen todos los centros, a través de actividades didácticas en las
que se facilita que puedan fluir toso esos sentimientos.
Podéis
ver un protocolo paliativo en www.educación.navarra.es que hicimos en plan sencillito
ante diferentes situaciones que surgieron.
Y
para finalizar, os he traído una canción porque creo que las canciones son un
recurso maravilloso con el que poder trabajar, y esta que quiero compartir con
vosotros para cerrar llegó en un momento concreto a mi vida y me dijo cosas. Es
de un grupo que se llama Tercer cielo, y se titula “Yo te extrañaré” y va
dedicada a todos vosotros. Espero que os guste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario