domingo, 19 de junio de 2011

JORNADAS ELABORACION DEL DUELO 2011





MESA REDONDA COORDINADA POR MARTA RODRÍGUEZ



Mi nombre es Marta Rodríguez, soy psicóloga y trabajo en la Residencia San Vicente de Paul, colaboro en Talitha desde hace un año aunque nos conocemos desde el principio porque yo coordinaba los primeros talleres de elaboración del duelo que hicimos con el Teléfono de la Esperanza, y a estos talleres asistieron los primeros socios de Talitha.
Me acompañan en esta mesa a mi derecha Amparo Fernández, a continuación Gerardo Gallardo, a mi izquierda José Luís Sánchez y a continuación Chon Moreno. Más adelante os los presentaré más extensamente porque en realidad el alma o lo más importante de esta mesa redonda son ellos, que con su aportación personal nos darán una visión diferente.
Antes de cederle la palabra a ellos, yo voy a enmarcar brevemente el tema que aunque lo que vais a escuchar no es nada nuevo, porque ya llevamos un día y medio de jornadas donde se han dicho muchas cosas, es necesario partir de aquí para que podamos centrarnos y entender lo que queremos aportaros hoy desde esta mesa redonda.
La muerte de una persona cercana suscita muchas emociones, algunas son esperadas y otras nos pueden extrañar, estas últimas pueden ir desde una pena profunda hasta incluso la sensación de alivio cuando la persona ha muerto, esto ocurre cuando ha habido un sufrimiento muy prolongado.
Muchas veces, sobre todo cuando no hemos tenido tiempo de prepararnos para ellos, la primera reacción que se da ante la pérdida de una persona es la de incredulidad: “no me lo puedo creer”, y además incluso “me niego a admitir lo que ha ocurrido”, al principio seguramente a todos os ha sucedido,
En nuestra mente no cabe que la persona a la que queremos ya no va a volver.
Superada esta parte de incredulidad, cuando hemos asumido que el fallecimiento es un hecho, aún tenemos que recorrer varias etapas, de las que siempre hemos hablado y que yo hoy no voy a comentar porque creo que ya están muy repetidas, sin embargo sí que voy a hablar de las emociones que aparecen en cada una de estas etapas y por lo tanto en el proceso de elaboración del duelo. Estas etapas son necesarias para que podamos hacer favorablemente nuestro proceso de duelo hasta llegar finalmente a la fase de aceptación, que es un poco lo que queremos trasmitiros hoy aquí. Cómo se llega a ese momento, a esa resolución. Es importante aceptar que para que nuestro organismo y nuestra psique se recupere de la pérdida no solo es normal sino incluso deseable el tener estas emociones, a nadie le gusta sentirlas y todos intentamos evitarlas, porque el dolor es algo que es muy difícil de llevar y sobre todo cuando es tan intenso en una situación como es la pérdida de un hijo o de un ser querido muy cercano. Sin embargo, es necesario para que podamos recuperar nuestro equilibrio emocional y podamos avanzar hacia el crecimiento. La pena tal vez se la emoción más común, algunas personas son más capaces de hacer una demostración externa de su pena, también tiene que ver con nuestra cultura, con lo que nos han inculcado, con lo que hemos aprendido, otras personas tienen más dificultad, esto no es mejor ni peor, pero desde luego el que tiene la capacidad de expresarlo siempre recibirá el apoyo de su familiares y amigos que le ayudarán a sobrellevar mejor esta situación. Bien viene permitir que la pena llegue a nuestra vida y hay que dejarla entrar, siempre lo decimos, sin embargo hay que tener cuidado para no dejar que la pena inunde todo nuestro día.
El primer años suele ser el más complicado, el más doloroso, pero lo cierto es que por más profunda que sea nuestra pena, se acabará pasando poco a poco, aunque trascurridos varios años como ya nos contarán nuestros compañeros, una vez pasada, en muchos momentos uno vuelve a sentirla de la misma manera, no tan continua, pero puntualmente.
La mejor manera de llevar la pena es el incorporarse al trabajo, estar activo, el mantener la actividad que uno tenía anteriormente, es complicadísimo, es muy doloroso, pero desde luego nos va ayudar, refugiarse en el sofá a veces en un primer momento es necesario, pero trascurrido algún tiempo hay que activarse de nuevo y empezar a hacer cosas. Recuperar la actividad diaria es necesario, pero hay que tener cuidado con esto, porque podemos caer en el hacer constante para evitar sentir. También es normal sentir el resentimiento, incluso los motivos del resentimiento pueden cambiar de un día a otro, el enfado. A veces pueden ir contra la persona que se ha ido, aunque suene un poco a locura, otro día la agresividad puede ir contra los que nunca han sufrido lo que nosotros estamos pasando, a veces es porque brille el sol o porque veas a alguien sonreír por la calle, porque todo esto no es más que la frustración cuando ves que para los demás la vida sigue igual cuando la nuestra se ha quedado bastante paralizada. Con frecuencia la muerte de un ser querido nos provoca mucha culpabilidad, la mayoría de las personas en los grupos expresan que sí sienten esa culpabilidad, a veces porque dijimos algo de lo que nos arrepentimos, muchas veces es por lo que no dijimos y nos quedó pendiente, a veces porque la relación con la persona que falleció era mala o poco constructiva, y otras porque ya no existía, pero de algún modo la culpabilidad siempre está ahí, la gran mayoría es ilógica, es normal que suceda pero es irracional, porque tiene que ver más con el análisis exhaustivo y pormenorizado de todos los detalles de nuestra relación y desde luego si cualquiera nos ponemos a analizar la relación que tenemos con cualquiera de nuestros seres queridos, siempre hay algo que nos daremos cuenta que hemos hecho mal, siempre habrá algo que al otro le ha dolido, desde luego seguramente nos estamos centrando en los detalles más triviales, en los menos importantes, y no analizamos la relación en general, viendo que la responsabilidad en cualquier relación es de dos, y que ha habido muchos momentos para todo. Pero es bastante normal que suceda, de momento, se trata en definitiva de ir atravesando cada una de estas etapas o de estas emociones para seguir adelante con nuestra vida, en algunos casos, el duelo puede quedarse enquistado en un momento, en esta situación es muy importante el apoyo que podamos tener de las personas que nos rodean. Normalmente quienes atraviesan la penosa situación de tener que atravesar un duelo significativo cuentan con sus recursos personales, psicológicos, y lo que tratan de evitar es el aislamiento, de apoyarse en otros, y sobre todo de buscar a personas que han pasado por lo mismo, por eso son muy importantes los grupos de autoayuda, de los que han funcionado también para todos los miembros de Talitha. En un grupo de ayuda no me siento juzgado, no siento censura, todo el mundo me comprende y esto es muy beneficioso.
La elaboración del duelo es un proceso al que no le podemos fijar un tiempo, no podemos decir “pues esto va a durar dos años”, obviamente, pasados los dos años, se supone que la persona va a poder emprender su vida de nuevo, sin embargo hay personas que necesitan algo más de tiempo y por eso no podemos etiquetar esto con un tiempo determinado. También hay que tener claro que el proceso no se puede perpetuar, no se puede dejar para siempre y que se quede ahí tiempo, por eso no podemos dejarle solamente al tiempo la capacidad para curarnos y nosotros no hacer nada.
En psicología no podemos considerar que una persona tenga una patología porque está pasando un duelo, por eso en principio inicialmente no reviste que una persona necesite una terapia personal. Muchas personas cuando están viviendo esta situación sí que rápidamente buscan un psicólogo y les decimos que vamos a dejar que transcurra un poquito de tiempo, que lo mejor es que busque un grupo de ayuda para que se sienta apoyado y reforzado, porque en este punto la terapia no es necesaria, porque es normal lo que está pasando, porque lo tiene que pasar, sería ya cuando la persona se cronifica y se queda anclada en este proceso, cuando sí que necesita intervención terapéutica, pero de por sí el duelo no requiere que uno tenga que ir a un psicólogo.
Si queremos vivir de forma sana nuestro duelo, no basta con esperar a que todo se pase, y seguir viviendo como si no hubiera pasado nada, necesitamos dar algunos pasos difíciles y aprender algunas duras lecciones, no existen atajos para el dolor, y el duelo hay que ir atravesándolo poco a poco, no se puede resolver de un salto. Tenemos que aceptar los duros momentos, las emociones intensas, saber que vamos a estar muy vulnerables durante este tiempo y también aprender a no exigirnos demasiado, a darnos un tiempo y a mimarnos un poco.
Ahora os voy a hablar de los pasos que uno tiene que emprender para llegar a un momento de resolución del duelo, estos pasos se darán al final, uno no puede pretender dar estos pasos cuando su pérdida ha sido reciente, tenemos que esperar a que esto suceda poco a poco y a que nos vaya naciendo.
El paso más importante y el más doloroso es el de aceptar la pérdida, parece que es fácil pero es la cosa más difícil que uno pueda hacer en su vida. Llegar a aceptar esta dura realidad es saber que la persona que se ha muerto no va a regresar, aceptarlo con la cabeza puede resultar fácil pero aceptarlo con el corazón, vosotros sabréis perfectamente que es lo más difícil que puede ocurrir. Daros tiempo, hablar de vuestra pérdida, contar lo que sucedió, visitar el cementerio, el lugar donde se esparcieron las cenizas, todo este tipo de cosas pueden ayudarnos a aceptar lo sucedido poco a poco, y son muy importantes los ritos, por ejemplo personas que no pudieron recuperar el cuerpo del fallecido hasta que pasó mucho tiempo, les cuesta mucho aceptar esto, o personas que no pudieron acudir al entierro, o que nunca han visto la tumba en el cementerio, tienen mucha más dificultad para aceptar esta pérdida, porque en realidad no la han visto, cuando uno va pasando este tipo de ritos que culturalmente hacemos para despedirnos de nuestros seres queridos, lo que también estamos haciendo es poner los pies sobre la tierra aunque como os digo no es cuestión de un día, sino de un largo proceso.
Otro de los pasos es el de sentir el dolor, sentir la pena, la angustia y todas las emociones que acompañan a este dolor, la rabia, la tristeza, el miedo, la impotencia, la culpa. Muchas personas cuando ven a otra que ha perdido a un ser querido les dicen: “tienes que ser muy fuerte”, pues no les hagáis caso, bueno, relativamente, no es el momento de aguantar, de hacerse el fuerte o de tragarse las lágrimas, precisamente es el momento de dejar que eso vaya calando un poco, que uno lo vaya sintiendo un poco, que uno vaya en su momento, porque si no expresamos el dolor ahora y lo postergamos para más adelante, tendremos seguramente un duelo complicado que se cronificará y será mucho más difícil de resolver. No te guardes para ti mismo el miedo a cansar o molestar, busca a personas con las que te sientas cómodo, por eso los grupos son muy positivos porque entre vosotros siempre decís que no os cansáis, hablamos de lo mismo y no nos cansamos, a mí no me molesta porque me siento muy a gusto, y nadie me censura, sin embargo con personas que no han pasado lo mismo a veces uno tiene miedo a cansar, pero la gente que os quiere de verdad, los familiares o amigos, seguramente no se sentirán cansados, también darles la oportunidad de ayudaros que eso es algo también muy bonito. Si no queréis compartir vuestras emociones, porque hay personas que les cuesta más, hablar de eso, pues no pasa nada, sí podéis buscar una manera de darle salida a estas emociones de una forma más íntima y privada, hay quien le da por leer, a otros les da por escribir, hay quien le da por rezar, cada uno tiene que encontrar su propia formula, lo importante es darle salida a eso que lleva dentro. Desde los profesionales se evita atender a una persona que acaba de pasar un duelo directamente, se puede hacer una labor de acompañamiento o de apoyo, pero sobre todo lo que tratamos es darle antidepresivos, porque estamos cortando un proceso natural y necesario, como os he dicho. Hay personas que los necesitan porque están en una situación muy desesperada, porque tal vez no tienen un núcleo familiar importante, y se encuentran muy solos y necesitan un poquito más de tiempo y de apoyo para sobre llevar esta situación. En casos puntuales y determinado pueden ser necesarios pero en casos generales siempre decimos que no es necesario, e incluso puede llegar a ser perjudicial llegar a cortar algo que está naciendo y que uno tiene que sacar.
El siguiente paso sería el de aprender a vivir sin la persona, en el caso de una mujer que se queda viuda pues tiene que aprender a hacer las cosas de las que se ocupaba su marido, igualmente cuando se pierde un hijo o un hermano también hay que aprender a vivir sin esa persona, adaptarte ese día a día, ponemos el ejemplo de la barca, donde va una familia, y cuando u miembro se va, todos se tienen que mover para recuperar el equilibrio, aunque el hueco que deja esa persona siempre va a estar ahí, no estará físicamente pero siempre va a ocupar una parte de nuestra vida muy importante. Una actitud adecuada sería el encontrar el equilibrio entre el sentir y el hacer, lo que puedo hacer en mi vida, así el duelo también significa aprender a vivir solo, a tomar decisiones por uno mismo, a tener nuevas formas de relación con la familia, con los amigos, porque eso también cambia, aprender un nuevo sentido del mundo y un nuevo sentido de uno mismo, porque nuestras creencias y nuestro valores van a cambiar totalmente con esta experiencia. Estos pasos son dificilísimos. Y el último sería el de recuperar el interés por la vida y por los vivos, cuando alguien se va, no es que no le importe el resto de los hijos, o su marido, o su pareja o sus amigos, pero pierde el interés y se centra en la persona que ya no está. Llega un momento en que es necesario soltar el dolor y el pasado, saber que la vida está llena de posibilidades y uno puede seguir haciendo cosas, este momento es el de la resolución por supuesto, no hay nada malo en querer disfrutar, en salir a tomarse un café, en ir a la peluquería, en querer ser felices, incluso en querer tener nuevas relaciones, en disfrutar de una sensación de estar toda la familia reunida aunque falte esa persona, no hay nada malo, finalizar el duelo no es olvidar, al contrario es darle un lugar especial a la persona que se ha ido, para cada persona finalizar su duelo puede significar cosas diferentes, para uno puede ser perdonarse a sí mismo por lo que sucedió, e incluso perdonarle al otro por irse, por el daño causado, por lo negativo, para otras personas finalizar su duelo puede ser llegar a pensar en la persona que se fue sin esa punzada de dolor, sin emocionarse tanto y poder recordarla en los momentos buenos, incluso con una sonrisa en la boca, para otros es poder dale un sentido a todo lo que ha vivido durante estos meses y años, y entender con el corazón en la mano que el amor no se acaba con la muerte, que el amor continua, en cierto modo uno nunca acaba de recuperarse de una pérdida significativa, te acompaña durante toda tu vida y además te cambia. Pero cada uno de vosotros puede escoger el camino que quiere, y saber si este cambio puede ser para mejor o no.
Hoy tenemos aquí los ejemplos de algunas personas que han vivido una pérdida importante de un hijo y que van a compartir con nosotros que ha supuesto para ellos este cambio de vida y si de verdad se han convertido en personas mejores, de alguna forma. Lo que yo os he comentado, lo que dice la teoría, ahora vamos a escucharlos para ver realmente desde su vivencia y su experiencia lo que supone un proceso como este.

No hay comentarios:

Publicar un comentario