lunes, 11 de julio de 2011

JORNADAS ELABORACION DEL DUELO 2011


CONTINUACION DE LA MESA REDONDA COORDINADA POR MARTA RODRIGUEZ

TESTIMONIOS DE GERARDO GALLARDO Y CHON MORENO

Ahora cedo la palabra a Gerardo Gallardo, que es de Valencia, pero vive en Albacete, trabaja como funcionario y es uno de los socios fundadores, es secretario consorte, porque él dice que en la asociación él ayuda a su mujer.

Gerardo: Yo soy bastante menos visceral que mis compañeros, no puedo expresar mis sentimientos como ellos, pero aquí tengo mis notas, voy a ser breve. Entonces voy a contar una historia en primera persona: Yo soy una persona cosmopolita, como la mayoría de nosotros, vivimos en una ciudad con todas sus ventajas, sus servicios, vives bien y soy feliz en esta ciudad. De repente un día recibo una llamada de teléfono, una llamada impersonal, fría, un guardia civil y me dice ¿es usted el padre de Iván Guerrero? Sí. Su hijo ha tenido un accidente y ha muerto. La nada, no veo, una situación totalmente desconocida para mí, me muevo, estiro la mano, me pincho, siento un dolor tremendo, ¿qué me está pasando?, ¿qué pasa? Me siento solo, aislado, impotente, no veo, no puedo hacer nada, ¿qué pasa? ¿dónde estoy? ¿por qué?, no puedo moverme, estoy encerrado en algún sitio y no hay salida, intento ir hacia atrás, me vuelvo a pinchar, me vuelve a doler, ¿dónde estoy? De repente el llanto, ese llanto me deja ver, poco a poco, parece que la vista me llega, y veo en un principio dónde estoy, lo veo todo verde, ahí, es Dios, árboles, un lugar que no conozco, ¿dónde estoy? ¿cómo he llegado hasta aquí? Al verlo observo un árbol, voy a intentar subir a ese árbol a ver si veo algo, tras varios intentos, donde intento subir y me vuelvo a caer, continuo y llego a subir a la cima del árbol, miro a mi alrededor, observo en 360º y qué veo: una selva impenetrable, todo lo que alcanza mi vista es una selva que no lleva a ningún sitio, se me cae el alma al suelo, lloro y no entiendo absolutamente nada. De repente veo a otras personas encima de un árbol y pienso no estoy solo aquí, hay algunas otras personas que están igual que yo, voy a bajar al suelo, bajo al suelo, intento abrirme paso a través de la selva, con las manos, me duele y me causa rabia, porque no avanzo absolutamente nada, intento avanzar y avanzo muy poco, muy despacio, y de pronto me encuentro un machete en el suelo, ¿qué hace esto aquí? ¿quién ha dejado esto? Cojo el machete y empiezo a cortar lilianas, espinos, todo lo que se me pone en el camino lo intento cortar, me agoto, me canso, sigo buscando algo y sigo cortando con el machete, siento rabia, a veces estoy tan cansado que me dan ganas de dejarlo todo, a veces tengo que subir al árbol y volver a mirar, tengo que orientarme, tengo que saber hacia dónde, tengo que moverme, encuentro rocas, acantilados, encuentro todo tipo de obstáculos, que me hacen rodear y dar vueltas, pero por fin encuentro a una primera persona de las que había visto, compartimos el machete, y cuando uno se cansa, el otro lo toma, y sigue partiendo, y sigue haciendo un camino a través de esa selva impenetrable. También seguimos encontrándonos a otras personas, unas se unen a nosotros, otras no, otras prefieren permanecer en su sitio porque piensan que lo van a salvar de otra manera, todo es válido. Nosotros seguimos en ese camino y en el último tramo encontramos un valle, dudas porque no sabes cómo has llegado hasta allí, sabes que te ha costado mucho esfuerzo llegar hasta allí, sigues sin saber dónde estás, pero en ese valle encuentras agua, fruta y alimento suficiente para poder vivir, pero aunque no sabes dónde estás, sabes que has llegado a un sitito en el cual puedo llegar a vivir, y voy a estar más tranquilo realmente. Esta es la interpretación de mis sentimientos y quiero agradecer a Talitha y a toda la gente que me ha ayudado, al igual que lo poco que yo he ayudado a los de Talitha. Como soy una persona que no sabe expresar mis sentimientos, lo que hago es dejar paso a gente como mi mujer que como otras personas que están en los grupos saben hacer mejor que yo ese tipo de trabajo. Ahora, lo que sí tengo que agradecer es una cosa muy importante a Talitha, es un nombre, y voy a explicar el por qué, cuando a una mujer se le muere el marido la llaman viuda, o a él viudo, si se te mueren tus padres eres un huérfano o huérfana, pero cuando se te muere un hijo, ¿cómo te llaman? Para mí el nombre es simplemente “soy de Talitha”. Muchas gracias.

Marta Rodriguez: Gracias a Gerardo que para no saber expresar tus sentimientos, lo has hecho muy bien, y al menos a mí me has emocionado bastante. Muchas gracias. Te doy las gracias de verdad porque sé que para ti era difícil pero me ha impresionado, me ha gustado mucho, bueno, y a los demás también, solo que para él era un esfuerzo diferente. Finalmente Chon Moreno va a ser la persona que va a cerrar las intervenciones de la mesa.
Os presento a Chon Moreno, es del Salobral y vive en Albacete, actualmente está en paro, así es que si conocéis a alguien, aprovecha la ocasión (risas). Pertenece a Talitha desde el 2006 y colabora en la asociación como faciliatdaora en uno de los grupos de ayuda, coordina el grupo de yoga y también participa en las acogidas.

Chon: Buenos días a todos, después de escuchar a mis compañeros, como que está todo dicho y lo tengo un poco difícil. Mi duelo empezó el día 23 de marzo del 2006, cuando Mario se fue y nos dejó porque tuvo un brote psicótico y se suicidó con 13 años. Me ha costado muchísimo el poder llegar a decir esta palabra, maldita, suicidio, por todo lo que conlleva, si ya de por sí la pérdida es dura, el pensar que voluntaria o involuntariamente por esa enfermedad mental o el delirio que tuvo en ese momento ya para mí era un caos y no saber lo que me estaba pasando, todavía eso aún agravaba más mi situación y me encontraba todavía más perdida. Intenté buscar en Internet qué era eso de un brote psicótico en un niño, algo que ya existía pero que como no te pasa, ni te molestas en mirar y no llegas a interesarte hasta que lo vives en primera persona, para mí era el querer saber era obsesivo, el querer conocer casos, el por qué pasaba eso, si era algo genético, qué podía haber provocado eso, si yo podía haber evitado lo que pasó, porque lo que sí tenía era un sentimiento de culpa tremendo, el que no estuviese con él en esos momentos, por si él me podía haber pedido ayuda, y el no estar allí, el sentimiento de culpa fue para mí lo que más me costó tragarme. Era tal que yo tampoco quería estar aquí, llegué hasta autolesionarme, hubo una vez que al ir a ducharme un día me ví los brazos, porque me mordía, era tal la rabia que tenía hacia mí y hacia todo el mundo en general, era rabia de estar sola, me encontraba sola, quería encontrar gente que hubiera pasado por esa misma situación, aunque luego con el tiempo la situación no importa, lo que nos hace daño es la ausencia, el no tener a nuestros hijos, pero al principio lo que me abrumaba a mí era el haberlo perdido de esa manera tan trágica y tan brutal. El miedo, tenía otra hija entonces con 9 años, el miedo era el pensar que eso me podía pasar otra vez, que no es como un sarampión que lo pasas una vez y ya te has librado, pues no, para mí tenía u miedo de que eso se pudiera volver a repetir, era como si hasta entonces hubiese estado viviendo en una urna de cristal, en la que las cosas les pasaban a los demás, pero como que a mí esas cosas no me podían pasar, pero una vez que es urna de cristal o ese caparazón se rompió me quedé vulnerable, era como si todo me pudiera pasar, era el miedo a dejara mi hija sola, bueno, cualquier cosa me aterraba, era como encontrarme, Gerardo ha puesto la metáfora de la selva, para mí el otro día en el grupo de padres que llevo hice un ejercicio con un laberinto, y muchas veces yo he pensado que entrar en el duelo es como entrar en un laberinto en el que tienes que encontrar la salida pero que para llegar a esa salida, no llegas a la primera, coges un camino, vas bien, hasta que te das cuenta de que no hay salida, tienes que retroceder, volver a retomar otra vez ese camino, y emprender otra vez, es como caer y volver a levantarte hasta llegar a encontrar la salida, digamos.
Para mí la salida ya la tengo, porque las preguntas que te haces, el por qué, todas esas cosas que te hacen daño, las respuestas las tenemos que encontrar dentro de nosotros mismos, yo recuerdo que fui a un psiquiatra, a que me explicase qué es lo que le podía haber pasado por la cabeza de mi hijo, de estar comiendo normal, de ir a su clase de judo, de estar haciendo los deberes, todo absolutamente normal, y cómo en cuestión de tres cuartos de hora, pasase todo lo que pasó, y entonces me dijo que eso era como si en un día de veranos que está luciendo el sol, de momento viene una tormenta que empieza a caer un diluvio y a los 10 minutos se pasa y vuelve a salir el sol, y como si nada hubiese pasado, para mí aquello en aquellos momentos me consoló el pensar que cómo podía ser esa enfermedad que en solo 10 minutos que todo se vuelva negro y luego como si no pasase nada, me hizo un poco entender en cuanto a la enfermedad mental los brotes y la gente que padece enfermedades mentales, me interesaba mucho por ese tema. Vuelvo otra vez al laberinto, para salir a ese laberinto salí gracias a la ayuda de Talitha, enseguida que conocí la existencia de esta asociación me agarré como a una tabla de salvamento, yo sabía que lo que me había pasado era imposible que lo pudiese sobrellevar yo sola. Necesita a gente que me ayudase o agarrarme a algo y en cuanto tuve conocimiento de Talitha, allí que me fui, allí me acogieron como a todos nos han acogido y ahí empiezo mi proceso y el avanzar ha sido muy largo, hemos vivido muchas cosas juntas, la formación que hemos hecho entre Pilar, Emilia y todos hemos trabajado muy duro en ese sentido, eso me ha hecho crecer y me ha hecho ayudar mi visión, mi visión de que no era yo sola la que sufría, por desgracia somos mucha gente quienes hemos sufrido la pérdida de un hijo, pero eso me hizo ver que había más gente que sufría y que necesitaba ayuda, me ayudó también el que en el Instituto le hiciesen un homenaje y le regalasen un olivo. Para mí fue muy significativo y decidí hacer un pequeño jardín en homenaje a Mario, y bueno pues ahí pasaba horas y horas, había noches que incluso me liaba en una manta y me sentaba allí a ver cómo salía el sol, por decir bueno ya que no lo va a ver él pues lo voy a ver yo por los dos. El cultivar las flores, el encargarme de sembrar, esa fue mi manera de hacer algo por él, en su memoria, y me distrajo y me alivió mucho el poder hacer algo en su memoria. Y como habéis visto también en el vídeo el yoga me hacía descargarme física y psíquicamente, el aprender a respirar y a relajarme, el obligarte a tener que ir todos los jueves, salir de casa y no quedarte encerrada, y no darle vueltas siempre a la misma historia, y empecé a plantearme el poder ayudar a otra gente, porque la ayuda que yo había recibido me había hecho mucho bien y pensaba que a mi hijo le hubiese gustado que yo hiciese algo por la gente que a mí me ayudó, en agradecimiento a ellos me propusieron hacer la formación que hemos hecho y no lo dudé, me embarqué en ese trabajo y ahí estoy, actualmente llevo el grupo de ayuda de madres y padres, y mi intención es poder ayudar a la gente que lo necesita en estos momentos al igual que yo lo necesité y para mí fue empezar a vivir y de otra forma, porque no pretendo decir que vuelves a hacer las mismas cosas de antes porque tu vida ya no vuelve a ser la de antes, tienes que aprender a vivir de otra manera, tienes que poner a tu hijo en el corazón como muchas veces decimos, él siempre nos acompaña; momentos antes de subir aquí yo le he dicho: “Mario, hijo mío, ayúdame que yo es la primera vez que voy a hablar delante de tanta gente” y yo sé que él está aquí conmigo y me da fuerzas para poder trasmitiros lo que ha sido para mí la experiencia de haberlo perdido.
Quiero darle las gracias a Marta porque fue una de las primeras personas que me echó ese primer cable, a parte de Talitha, y fue la que empezó a despertarme un poco, para empezar a ver las cosas desde otro punto de vista y de otra manera, y muchísimas gracias a todos por escucharme.

Marta Rodriguez: Finalmente, sin pretender hacer un resumen de todo lo que se ha dicho hasta ahora, aquí en esta mesa redonda y como nos vamos todos un poquito emocionados, me gustaría finalizar haciendo una pequeña síntesis, y dándoos una especie de titulares de lo que yo he recogido como algunas frases para resaltar de lo que han dicho los compañeros:
- Tras una llamada impersonal, de repente la nada.
- El querer saber era obsesivo, el sentimiento de culpa era tan grande que no quería vivir.
- Me entregué al dolor y me fundí con mi esposa en nuestro dolor común. Un día con ganas de soltar toda la rabia me alivié golpeando la paja, cuando me liberé de esto apareció la serenidad.
- Tuve que acostumbrarme a guisar para dos y siempre me sobraba comida.
- Mi hijo siempre está conmigo, esa es la única frase hecha que es cierta.
Con esto he querido también reflejar el proceso de lo que se va viviendo a lo largo del duelo, daros las gracias a todos por vuestro interés y por vuestra atención y sobre todo a mis compañeros por el gran esfuerzo que han hecho en compartir su intimidad con todos vosotros.

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