sábado, 24 de agosto de 2013

EDUCACIÓN EN Y PARA LA MUERTE

¿Cómo podemos ayudar a los niños y adolescentes en duelo desde el sistema educativo?
 “A lo largo del proceso de enseñanza-aprendizaje se presentan en la escuela muchas y variadas situaciones que tienen relación con las pérdidas emocionales y el duelo. Es necesario partir del reconocimiento y la aceptación de las mismas como parte de la vida, y contar con estrategias suficientes para afrontarlas” 

Rakel MateoSebastián: licenciada en psicopedagogía desde el 2002, psicoterapeuta, especialista en procesos de duelo.  Pedagoga sistémica. Actualmente esta realizando su tesis doctoral sobre necesidades formativas del profesorado en temas de muerte y duelo. Creó en el 2002 la asociación de familiares y amigos en duelo Goizargi, la cual preside desde entonces.. A nivel formativo da clases y talleres relacionados con el tema y forma parte del equipo de apoya a escuelas de la Comunidad autónoma Vasca. 

Presentación a cargo de Pilar Martínez Tierraseca, miembro del grupo fundador de Talitha.

La relación de Talitha con Rakel se remonta ya unos años atrás. Nos conocimos en Lleida, en una de esas Jornadas de la CAD, la Coordinadora de Acompañamiento alDuelo, en las que participaban varias asociaciones, entre ellas Talitha y también Goizargi.
Y allí pudimos ver su calidad personal, meses después, las casualidades no existen, pudimos vernos de nuevo en Madrid, cómo no, en unas Jornadas de Duelo, donde igualmente un grupo de asociaciones estábamos allí presentes para compartir. Ahí se veía ya la sintonía que había entre nosotros y de ahí arrancamos este encuentro de hoy. Le propusimos a Rakel venir y tardó un segundo en decir que sí, que contábamos con ella.
Aquí donde la veis tan joven, lleva ya 11 años trabajando en el duelo y le está dedicando su actividad profesional y personal, porque hay una parte de su trabajo voluntario, pero aunque hay un grupo de voluntarios que le ayudan, todo hay que decirlo, ella es la persona de la que salió la idea, quien coordina y dirige, y organiza todos esos talleres que ofrecen, tanto para jóvenes, como para niños, al igual que para adultos, es importante la labor que haces allí, Rakel, muy importante. El tema de hoy, es como veis en el programa: "Educación en y para la muerte, cómo podemos ayudar a los niños y adolescentes desde el sistema educativo", tema que comenzamos ayer con orientadores y coordinadores de los Centros escolares de Albacete, allí ya se dejó una semilla y ahora os emplazo a vosotros, los profesionales que tenéis una tarea importante, y  yo confío en que lo que sembramos ayer no se quedé ahí solo, es importante que valoremos lo que significa para nuestros hijos, para nuestros niños, no solo desde la familia sino también desde el sistema educativo, los coles y los institutos.
Gracias en nombre de Talitha por estar aquí, gracias por tu dedicación al duelo, por hacer que la palabra muerte no sea un tabú, por enseñarnos y que podemos pararnos a reflexionar sobre eso. 

Rakel Mateo

"Buenos días ante todo y continúo con eso de la gratitud, pues para mí es también muy agradable estar hoy aquí y haber pasado junto a vosotras el día de ayer, gracias por el encuentro. También quiero agradecer a Pilar las palabras que ha dicho y a todas las personas que habéis hecho posible que día a día sigamos caminando por un proceso que al principio parece feo, duro, parece difícil y lo es, pero que cuando te das el permiso de colocarte a medio de caminar, también tiene un contacto tan directo con el corazón, que te lo abre así de grande, y te hace colocarte en la vida de manera diferente.
Como veis en el título de la ponencia, cuando pones la palabra educación en y para la muerte, ya solo eso como que nos descoloca un poco. Piensas si se puede educar uno en y para la muerte, pues yo no sé si se puede, pero al menos en la zona de Navarra en la que yo estoy, en Pamplona, sí lo estamos haciendo, y yo os lo voy a intentar demostrar con toda la humildad para que conozcáis qué cosas sí se pueden hacer.
Yo, como ha dicho Pilar, también creo que las casualidades no existen, creo que existen las causalidades, y no es casualidad que yo esté aquí hoy, ni tampoco lo es que yo me dedique a estos temas. Yo perdí a mi hermana Paula, que tenía 11 años cuando murió. Yo tenía entonces 15 y a mí me gusta tenerla presente cuando vengo a estos sitios y en mi vida en general.
Cuando murió Paula y yo volví a mi centro educativo, tuve la sensación de sentirme tan mirada, tan observada y tan diferente de todo el mundo, pero que nadie me decía nada para poder paliar parte de la situación que yo tenía, se me quedó un hueco importante en el corazón, y seguramente ese hueco el que hoy me hace estar aquí y que me empuja a hacer cosas obre todo este tema, porque creo que los niños que se enfrentan a situaciones de duelo, es importante acompañarles y no solo eso, sino que se intente ir un poquito más allá, porque yo creo que se puede prevenir cuando uno en un centro educativo se da el permiso de abrir el corazón y de hablar aunque nos cueste. 
Lo que vamos a ver va en esa línea, no sé hasta dónde llegaremos y hasta dónde dará tiempo.

Fijaos que cuando yo empecé a pensar en esto, en cómo puedo yo trasmitir este mensaje, me planteé una pregunta y lo primero que me vino fue: el duelo en la escuela como una asignatura pendiente, y  pensé: “puede ser un título bonito”, pero enseguida pensé que no estaba bien emplear el término asignatura pendiente, ya que este término significa que es algo que no has hecho bien y yo me pregunté si realmente la educación en y para la muerte está ya haciéndose y me di cuenta de que no, y por eso me di permiso para cambiar el título y plantearlo como un reto. Creo que estamos ante un reto no solo educativo, sino social, de intentar darle la vuelta a ese concepto de muerte, siendo conscientes de que la muerte duele, pero que si la colocamos delante y la miramos, somos mucho más capaces de caminar por él.
Voy a intentar explicar el proceso de duelo de una manera muy simbólica para poder entenderlo. Vamos a hablar un poco también de la psicología evolutiva de los niños, pues a veces no nos damos cuenta de que para poder acompañar a un niño en el proceso de duelo, será importante saber qué es lo que ese niño entiende en ese proceso, qué es lo que siente y qué entiende por la palabra “muerte”. Porque nosotros los adultos muchas veces, les miramos desde el rol de adultos, y desde como adultos entendemos de la palabra “muerte”.
Sin embargo, ellos conforme van creciendo, entienden a nivel evolutivo la palabra “muerte” de una manera diferente. Por eso, yo cada día más me sorprendo cuando me doy cuenta de que los maestros y educadores  no tenemos en cuenta esto. ¿Por qué no nos dicen esto en la Universidad cuando estudiamos? Yo creo que sí nos lo enseñaran, evitaríamos situaciones que a menudo suceden y calificamos a un niño de traumado. Y por último, os traigo una reflexión sobre la manera paliativa en que se trata en los centros educativos el proceso de duelo y ver si es posible además tratarla a un nivel preventivo. ¿Por qué no podemos hablar con los niños del tema de la muerte con los niños? ¿Por qué no podemos utilizar situaciones que suceden en la vida cotidiana para incluir esta temática en el centro educativo, lo mismo que dentro de las familias. Por ejemplo cuántas veces ha ocurrido que se nos ha muerto un pez en casa y hemos corrido rápidamente a comprar otro pez para que el niño no lo vea flotando en la pecera.  Entonces, si ni siquiera queremos enseñar al niño esa realidad en relación a un pez, que lo único que le ha ocurrido es que ha muerto, cómo le vamos a querer enseñar esa otra realidad que a veces también sucede, como a mí me pasó.
Pues bien, parece que nos cuadra poner la palabra escuela, niños, jóvenes, junto a las palabras alegría, juego, futuro, sin embargo, parece que vincular la palabra muerte con escuela, o con niños, es como si se rechinasen. Pero esto es mentira, es una fantasía, ya que la realidad de la muerte está en los centros educativos igual que la realidad de la vida. La realidad de la muerte está en la sociedad igual que la realidad de la vida, y sin embargo estamos constantemente viviendo de espaldas a la realidad de la muerte y esto lo único que hace es excluirla y tenerla detrás, persiguiéndonos. Y lo que yo pretendo es colocarla delante, no quitar el dolor, no quitar la situación de impotencia, de angustia, sino mirarla de frente, porque creo que cuando las cosas se miran de frente es muchísimo más fácil abordarlas.

Os he traído para empezar a reflexionar sobre el tema que nos ocupa un corto de animación que dura 6 minutitos y que se titula “La dama y la muerte”. Ganó el Goya en el 2010 y lo podéis ver cualquier de vosotros a través de internet, y que tiene muchas posibilidades de utilizarlo tanto con adultos como con niños y adolescentes.
(Tras visionar el corto) Rakel pregunta dirigiéndose al público: ¿Me podéis decir qué simboliza este corto?.....cualquiera de vosotros
- Un asistente del público contesta: Yo ya lo había visto, y creo que simboliza la lucha entre la ciencia y la muerte. La ciencia muchas veces viene a rescatarnos, lo que en muchos casos es de agradecer, pero en otros casos se convierte en una lucha desmesurada a costa de pagar un precio demasiado alto para el muriente y sus familiares.
- Rakel: eso es, fijaos que la mayor parte del corto es una lucha, entre la muerte, representada por esa ancianita que al parecer desea morir, y que tiene la foto de su marido, supuestamente, ya muerto, como queriendo encontrarse junto a él, y la otra parte, la sociedad, representada por el médico, en este caso, que además nos lo muestra como un médico cachas, guapo, estupendo, y que representa la realidad que estamos intentando mostrar en esta sociedad en que vivimos. Así, este corto simboliza lo que ocurre en la sociedad actual, en la que solo miramos lo bello, lo bonito, lo maravilloso, la competitividad y la muerte no la miramos. Y también esto es lo que se enseña en los centros educativos, y si no nos paramos, si no vamos más lentos, no podemos crear las condiciones para que crear este espacio, donde el duelo está reñido con la competitividad y con la cabeza. El duelo se elabora desde el corazón, y el corazón necesita espacio y tiempo. Por eso os he querido mostrar este corto, para reflexionar sobre esto y para que os deis cuenta de que no es tan complicado tratar el duelo y la muerte en la escuela. Yo he empleado este recurso muchas veces en un centro educativo, y es suficiente para crear el espacio para hablar de todo esto, y permitir la acogida y la escucha de lo que surja. Y esto ya es prevenir, porque hablar y compartir es prevenir.

Os he traído otra frase que me parece muy simbólica para reflexionar sobre algo que considero esencial: 
“Lo que sentimos hace tanto ruido que los niños no pueden escuchar lo que escuchan”. 
Yo me encuentro constantemente con personas que viene a mí en busca de protocolos y herramientas sobre cómo tratar el tema del duelo con los niños, y lo primero que les digo es que yo no doy ninguna herramienta ni protocolo, porque no me considero quién para decir cómo se hacen las cosas, ni si las cosas se hacen bien ni mal. Precisamente por lo que esta frase dice. Pues creo que lo verdaderamente importante es que cada uno nos paremos a mirar qué nos pasa con el tema de la muerte, cómo nos posicionamos ante él. Porque si yo, como educador o profesor quiero introducir el tema de la muerte, del duelo, de las emociones, del dolor, pero a mí me da un “yuyu” que no puedo con él, es bastante complicado que yo muestre cosas, ya que lo que sucederá es que al comunicarme, yo diré una cosa, y por otro lado mi corazón y mi emoción va a estar expresando una cosa totalmente diferente. Y todos los que trabajáis con niños sabéis como yo, que ellos se dan cuenta de cuándo estamos haciéndolo de forma incoherente, entre lo que decimos y lo que sentimos. Yo creo que este es el gran problema cuando incluimos el tema de la muerte en los centros educativos, y que está de base la persona antes que todo lo demás, y si una persona, docente, papá, mamá, no puede mirar este tema, es muy difícil que pueda acompañar a niños en proceso de duelo, ni a nivel preventivo tampoco. 
Y yo os pregunto, ¿sabemos lo que es el duelo? yo os traigo definiciones de personas en duelo, porque existen múltiples definiciones teóricas sobre el duelo, pero si decimos que el duelo se vive desde el corazón, a lo mejor es más importante bajar hasta el corazón para saber qué es el duelo. Para mí, un proceso de duelo es una respuesta normal, natural y humana a una pérdida. Y yo aquí os vengo a hablar de duelo por muerte, pero muchas veces el duelo también significa una pérdida en otros ámbitos de la vida, que uno experimente desde que nace y crece hasta que muere. Por ejemplo: Un bebé, desde que nace, ya sufre una pérdida cuando se desvincula del vientre materno, donde estaba tan a gustito, y desde ese momento, ya empieza a colocarse en la vida y todo son situaciones de pérdida, es decir que el 100% de los que estamos aquí nos vamos a morir y es una realidad que no podemos dejar de mirar antes o después.

Ahora, para explicar lo que yo entiendo como un proceso de duelo, me gustaría que imaginaseis que sois una de esas bolitas verdes que veis ahí en la pantalla, y que la otra bolita verde es cualquier persona realmente significativa para cada uno de vosotros. Y utilizo este símil de las bolitas porque refleja nuestro “rodar” en la vida, ¿vale? Cuando esas dos bolitas, la persona que yo soy y  la persona importante para mí, se van encontrando, se da el apego y todo lo que explican las teorías sobre el apego, que muchos de vosotros ya conocéis, como la de J. Bowlby.  Y lo más importante es que aunque hemos construido una nueva bolita para rodar juntos en la vida, no es una bola, sino dos: Yo y Tú.  Sin embargo, ya sea ese Tú, la pareja, los hijos o cualquier persona que hayamos elegido, Yo no dejo de ser yo mismo sin ti, y yo sin ti, soy muchas cosas. Lo que quiero decir es que cuando yo he acompañado a muchas personas en duelo, por viudedad u otro tipo, esa situación de super exceso de amor, de la media naranja, luego hace mucho daño, porque si decimos: “Yo sin ti no soy nada”, entonces, significa que si tú mueres, yo también, y eso no es real, porque la gente de duelo no nos morimos, nos morimos si hacemos algo en situación de duelo, cuando elegimos quitarnos la vida, pero de duelo no morimos, esa es otra de las fantasías que tenemos en la cabeza.
Ahora, fijaos lo que ocurre cuando una de esas bolitas desaparece, ya sea por muerte o por separación al decidir que no quiere seguir compartiendo su vida conmigo. Entonces lo que sucede es que yo me quedo así (en el dibujo se observa que la bolita tiene un hueco, está incompleta y ya no es redonda), y lo que sucede es que la sociedad, como decíamos al principio, lo que hace es seguir empujando para que yo siga rodando, imaginaos entonces lo que nos pasará, cuando no podemos seguir rodando y se nos empuja, pues que nos daremos un tortazo tras otro. Y es lo que sucede en muchos procesos de duelo que requieren tiempo y espacio para sanar.  Porque lo que cura las heridas no es el tiempo, sino lo que tú hagas con el tiempo.  Y yo no sé cuánto dura un duelo, ya os lo digo de antemano, pues depende de cada persona de manera individual, pero lo que sí sé es que requiere un espacio y un tiempo para sanar. Porque según el enfoque con el que yo trabajo, sanar un duelo es volver a completarse y poder seguir rodando en la vida. Ya que cuando una persona como muchas de las que estáis hoy aquí, pasa por un duelo, lo que ocurre no es que sigue viviendo sino que sigue sobreviviendo. Y uno tiene la sensación de que se levanta por las mañanas porque es lo que toca, y hay que seguir haciendo cosas, pero no tiene ilusión por la vida, ni ganas de rodar en la vida, si hace sol está mal, si llueve también está mal, ¿por qué? Porque yo estoy mal.
Un proceso de duelo implica volver a llegar a ser una bolita que ruede de manera sana, normal, y hay dos cosas que son diferentes, en la bolita que era yo antes y en la que hay después de mi proceso de duelo. Y esas dos cosas diferentes que según yo creo, son sí o sí, es que siempre hay un crecimiento si uno elabora su duelo de forma sana. Y esto, cuando yo lo comento con una persona que está al principio de su proceso de duelo, le cuesta de creer y me miran raro, y yo le entiendo, porque yo miraba raro a quién me lo dijo cuando murió Paula, pero conforme uno lo va viviendo y lo va sintiendo se da cuenta de que es así.
Si todo esto, nos damos permiso de hablarlo y compartirlo con los niños y adolescentes, a lo mejor podemos empezar a prevenir muchas cosas, y quizás si les sucede que pierden un ser querido, ellos se den permiso para estar un tiempo así, y que tampoco pasa nada. Esa sería la primera diferencia en las bolitas de antes y de después del duelo; y la segunda diferencia es que aparecen esos puntitos blancos que veis ahí, y que representan el recuerdo positivo, pues yo considero que elaborar el duelo de una manera sana siempre implica llegar a un recuerdo positivo. 
Quiero decir que al inicio de un proceso de duelo, al recordar a la persona querida que ya no está, aparece mucho dolor, y ese dolor le impide vivir, pero cuando uno ha caminado y llega al final, el dolor no le impide vivir, aunque eso no significa que no duela, y yo siempre me peleo con muchos profesionales que afirman que cuando al final del proceso de duelo, sigue habiendo dolor, eso significa que el duelo está congelado, es patológico, no sé qué historias. Y entonces, la primera patológica que hay aquí soy yo. Porque Paula murió hace 17 años y en algunos momentos sigo sintiendo mi dolor, porque mi corazón tiene una herida, que a pesar de estar sanada, se hace presente, y me dice que está ahí, aunque el recuerdo de mi hermana no me impida vivir, sino que cuando la recuerdo, siento cosas en mi corazón. Esa es la diferencia, ¿me he explicado? 
Todo esto está basado en una serie de teorías, de diferentes autores, y a mí me gusta trabajar mucho con las cuatro tareas de William Worden, que os lo comento por si a alguien le interesa. Y simplemente las voy a nombrar:
1ª) aceptar la realidad de la pérdida, y enfatiza “aceptar con la cabeza y con el corazón”. Esto quiere decir darme cuenta de que estás muerto o muerta. 
Ya sé que con la cabeza todos sabemos que esa persona ha muerto, si no, nadie enterraríamos a nadie, pero lo que significa también es sentir con el corazón, o lo que es lo mismo: que cuando te sientas en la mesa, tienes que poner un plato menos, o hay una silla vacía en Navidad, o que cuando tienes que poner la lavadora, ves que hay menos ropa, cuando habitualmente el timbre sonaba a las tres de la tarde y ahora ya no suena. Y durante el proceso, hay tortazos de realidad, que es lo que digo yo, que nos ayudan a aceptar con el corazón, porque saberlo con la cabeza ya lo sabemos.  
2ª) trabajar las emociones y el dolor en la pérdida. Esto pone la mirada en el batiburrillo emocional que sentimos cuando estamos en duelo, en el que cuesta diferenciar si es rabia, tristeza, angustia, impotencia, frustración, miedo….Por eso, cuando queremos trabajar a nivel preventivo en las escuelas, lo que buscamos es que el niños aprenda a diferenciar las emociones, y perdonar, pero las emociones no se diferencian colocando una sonrisa en la pantalla de un ordenador, como yo lo he visto en alguna ocasión, sino enseñar la competencia emocional. ¿Para qué? Pues para que en situaciones tan difíciles como el duelo, donde aparece el batiburrillo emocional, me resulta más fácil identificar lo que estoy sintiendo. El objetivo del proceso terapéutico es que la persona diferencia sus emociones y las vaya ordenando en el armario, aquí tengo esta emoción, aquí tengo esta otra, y cuando me viene, es más fácil elaborarlo.
3ª) adaptarme a un medio en el que el fallecido está ausente. ¿Qué significa esto? Pues que todas las personas en el mundo ocupamos roles en la vida. Yo soy hija, yo soy hermana, soy esposa….y las personas que mueren son muchas cosas, por lo tanto cada persona tendrá que adaptarse a la ausencia de esa persona y lo que significaba para nosotros. Por ejemplo, si en casa yo tengo un jardín que solía cuidar la persona fallecida, el jardín seguirá creciendo por mucho que yo esté en duelo, entonces tendré que adaptarme al hecho de que ahora ese rol lo ocupará otra persona, o quizás no lo ocupe nadie y tenga que aprender a hacerlo yo misma o a vivir con esa soledad, y habrán momentos en los que yo tenga que caminar por ese proceso.
4ª) adaptarse emocionalmente al fallecido y seguir viviendo. Lo que significa encontrarle un hueco apropiado en mi corazón, o sea, caminar en mi vida contigo en mi corazón. 
Y estas cuatro tareas no se llevan a cabo de una manera lineal, esto es importante porque quiero que entendáis que es solo una manera didáctica de explicarlo, pero que en la realidad esto es un ir y venir continuo, aunque es cierto, que según el momento en el que uno está, hay una tarea que se hace más evidente que otra, pero podemos decir que la persona va caminando constantemente en todas.
A partir de esta explicación sobre lo que es el proceso de duelo, voy a intentar centrarme en la psicología evolutiva, como decía al principio, para saber lo que es normal y lo que no lo es en el proceso de duelo de un niño. ¿Os imagináis lo que sería no saber cuándo es normal que un niño ande o no? ¿O cuándo es normal que controle esfínteres? Pues esto es lo que sucede en las escuelas respecto al proceso de duelo y el concepto de muerte, cuando hay muchas situaciones en los centros escolares en las que muere un abuelo o un papá de un alumno, o un hermano, o un primo, etc….
Por eso os he traído como ejemplos varias conversaciones de niños que muestran cuál es su representación de la muerte: 
·         ¿verdad que cuándo se mueran “todos” los que van por la calle, después nos moriremos nosotros?
·         ¿y quiénes son los que van por la calle?
·         Pues los mayores, casi siempre es así, solo se mueren los mayores.

Como veis, hay un momento evolutivo en la que el niño cree que solo se mueren los mayores y los que están en el hospital.
  •   Si te comes las bolitas rojas del árbol, te envenenas y te vas al cielo.
  • Claro, y luego te caes y te mueres.

Nosotros a veces no nos damos cuenta que la palabra muerte, implica otros conceptos que es necesario entender para asimilar el concepto de muerte, y que por eso los adultos sabemos que cuando te envenenas, te mueres, pero los niños no. Por eso, cuidado con lo que decimos cuando las personas se mueren, porque algunas personas tienen creencias religiosas y otras no, pero yo veo que las que no la tienen, para estas cosas si la tienen, porque así al menos tienen algo de lo que agarrarse, y mucha atención con decirle a los niños muchas cosas, si nosotros no creemos en eso.  
Otras frases de niños que he escuchado son:
·         ¿verdad que cuándo te mueres y te pasan millones de años por encima te vuelves piedra fósil?
·         ¿y cuándo truena, qué pasa, se caen todos los truenos del cielo?
·         Yo le he pedido a Papá Noel una escalera muy alta para subir al cielo.

Como os decía antes, para entender el concepto de muerte los niños tienen que entender previamente otros tres términos
  1. Universal
  2.  Irreversible
  3. Permanente

Y el niño, según la edad que tenga, puede que entienda estas palabras o no, y por eso no sabe qué significa para siempre, y se cree que alguien muere por un ratito, o no entiende que universal, significa a todos los seres humanos, sino que piensa que el mundo es su familia solamente o sus amigos. Y también necesita saber lo que implica el pasado, el presente y el futuro, según su edad, es un poco de lío manejar las palabras ayer, hoy, mañana….Por eso es preciso tener en cuenta su edad, su madurez, su capacidad de comprensión, así como los valores que tenemos como familia o como centro educativo y las creencias religiosas que hay, para que exista una coherencia entre las versiones que se les da, y no volverles locos sin que entiendan nada. Y tampoco podemos mentir a un niño, con la excusa de que como es pequeño no lo va a entender, porque luego crece y se da cuenta de que le has mentido. Por lo tanto, es importante que los niños sepan las cosas tal y como son desde el principio, ya que ellos con su cerebrito lo van a adaptar a su necesidad y lo van a ir preguntando conforme lo vayan necesitando entender.

A nivel general podemos decir que:
-          hasta los 2 años el niño no comprende la muerte. Y añado, que no comprendan, no significa que no la sientan, porque una cosa es la cabeza y otra es el corazón. Su capacidad cognitiva no comprende la palabra muerte, pero su corazón y su cuerpo siente cosas y reacciona a lo que sucede. Por eso, ellos experimentan sensación de separación y abandono. Y reaccionan con problemas gastrointestinales, con más llanto o con otras respuestas que para ellos son posibles. Y lo más importante en esta etapa evolutiva es volver a la rutina de ese bebé cuanto antes para dar respuestas a sus necesidades, lo que no quiere decir como algunas personas dicen que eso es sustituir, pues no es cierto.
-          De los 3 a los 5 años entiende la muerte como algo reversible y temporal. Como decíamos antes, es como morirte un rato, y para ellos esto es posible, y por eso no está tan mal. A esta edad, las necesidades físicas del niño son parecidas a la etapa anterior, la diferencia es que ya pueden hablar. No obstante como para ellos es algo reversible y temporal, pueden preguntar muchas veces cuando va a volver su papá o su mamá. O puede mostrar indiferencia, ¿por qué? Porque un niño a esta edad cuando tiene una emoción la procesa y después va a jugar con normalidad, y cuando les viene otra emoción igual, la siente, la gestiona emocionalmente y luego sigue en su historia como si nada hubiera ocurrido. Mientras que un adulto que es casi todo cabeza, está venga a darle vueltas a las cosas.
-          De los 6 a los 8 años se considera algo final y origina miedo, y creen que es algo que les sucede a los demás, al mismo tiempo que sienten curiosidad, lo que les lleva a preguntas muy concretas. Y aquí es importante prestar especial atención al pensamiento mágico, es decir, que les ha ocurrido como un castigo a algo que hicieron. Pues en esta etapa ellos creen que lo que piensan, se cumple, y por eso es necesario desculpabilizar todo esto, nadie tiene la culpa de lo sucedido, sobre todo en estas edades.  Además, como decíamos antes piensan que solo les sucede a los mayores y a quienes están en los hospitales, porque hemos socializado la muerte y solo ocurre en algunos lugares donde evitamos ir, por si acaso, porque puede ser que al hacerlo suceda, por eso mejor de la muerte mejor ni hablar, no vaya a ser que….Por esto lo característico en estos casos es ir entre el rechazo y el admitir la pérdida, al igual que nos sucede a los adultos, ¿quién no ha ido desde el rechazo a la aceptación, al darse cuenta de lo duro qué es el duelo por la pérdida?
-          Y de los 9 en adelante, ya adquieren el subconcepto de la irreversibilidad de la muerte y por lo tanto podríamos decir que a nivel general, ya entienden la muerte al igual que nosotros. La reacción en esta etapa es la negación, porque es una reacción típica en los adolescentes sobre todo al igual que la rebeldía. Pues el duelo, lo que hace es multiplicar nuestra forma de estar por 10, si yo soy rebelde en mi vida habitual, al sufrir un duelo, soy rebelde por 10, o si soy insegura, aumentará por 10 mi inseguridad. Y sobre todo en la adolescencia que hay problemas de identidad, si le añades la ausencia de tu padre, de tu madre o de tu hermano, con lo que eso implica en una casa, puede dar lugar a más problemas, aunque no siempre es así de manera necesariamente obligada.  ¿Me explico? Esto no son más que orientaciones.

Y lo que yo también considero importante es el concepto de apertura. ¿Por qué los grupos de autoayuda funcionan? Porque una persona en duelo necesita manifestar lo que está sintiendo, rememorar a esa persona que está muerta y los niños también. Pero ellos lo hacen a su manera, por eso como les hemos dicho a los padres que es importante que el niños sepa la realidad y el padre haciendo caso del profesional se lo dice al niño, pues ésta va a comprar el pan y le dice al panadero: ¿sabes que mi papá está muerto? Y la mamá se queda de piedra y se cree que el niño está "traumado". No, no es que esté "traumado", ¡ojo!, sino que está en su proceso, y lo está diciendo además porque necesita ver cómo los adultos reaccionamos cuando él dice esas cosas.
¿Todo esto cómo lo tenemos que hacer? Tenemos que hablarles cuidadosamente de las dificultades de la vida. Estamos entrando en una situación social en la que a los niños les ocultamos todo lo negativo que hay en la vida y esto es una tontería. En terapia escucho muchas veces: “No le puedo decir que papá tiene una enfermedad porque no se va a sentir bien”. Eso es colocarle en una burbuja de mentira que la vida ya se encargará de romper cuando llegue el momento. Todo el mundo sabe que la vida tiene altibajos y que todos pasamos por ellos.
También es básico admitir que los adultos no tenemos respuestas para todo. Hay cosas que no tienen respuesta y nos empeñamos en darles respuestas a todo. Y por eso os pregunto ¿hay alguien que sepa por qué la gente se muere? ¿Alguien me lo puede contestar?
Saber que hay cosas que no se pueden entender, y que hay situaciones que están por encima de nosotros, va a ayudarnos a enfrentar el proceso de la vida. De lo contrario, nos creemos que podemos con todo, y que somos más de lo que realmente somos, algo que los seres humanos erróneamente pensamos muchas veces, hasta darnos cuenta de que somos minúsculos.
Además, es bueno hacerles participar en el proceso de enfermedad y muerte si lo desean. ¿Siempre? No ¿Nunca? Tampoco. Cuando ocurre un proceso de este tipo en una familia, hay que preguntarle al niño si quiere ir, no hay que llevarles a la tía del pueblo sin decirles lo que ha pasado, o cogerles del brazo y llevarles al Tanatorio, porque me han dicho que tiene que participar. Y si les preguntamos y nos contestan que sí quieren, hay que explicarles, sobre todo si no lo saben, qué es lo que se van a encontrar.
Y permitirles la expresión de sus sentimientos, pero ¿cómo? Pues permitiéndome expresar yo los míos. Alguna madre en terapia me dice: “Es que mi hijo no llora”, y yo le pregunto: ¿y tú? A lo que me dice: “No, delante de él yo no lloro porque si lo hago se va a poner triste”. Bueno, pues entonces él lo que hace es copiar lo que tú haces, básicamente.
Tampoco debemos evitar la palabra muerte, la muerte se llama muerte, no se llama “se ha ido”, ¿eh? Porque los que se van pueden volver y el que se ha muerto no. Hay que nombrar a las cosas por su nombre, los niños son mucho más maleables que los adultos. En terapia, he acompañado a muchos niños en los que me he limitado a cerrar lo que es el vínculo afectivo, pues no ha sido necesario ir más allá de eso. Los niños, en general, elaboran los procesos de duelo, por defecto de manera más sana y natural que los adultos. Y lo que suele pasar es que muchos adultos los traen como excusa para intervenir con los padres, porque ellos son solo modelos de lo que está sucediendo en el sistema familiar.

Todo esto ¿cómo?, pues intentando hacerlo sin:
-          descalificar,
-           imponer,
-          generalizar y,
-          mentir.
Mentimos mucho a los niños y ocultar la verdad es también mentir. A veces no nos damos cuenta de que es preciso dar importancia a lo que para ellos es importante y les imponemos nuestra manera de ver o de hacer, como hacemos con los adultos: “lo que tienes que hacer es salir de casa, relacionarte, distraerte, etc..
O generalizar: “ya, pero esto es lo que les pasa a todos”. Bueno, ¿y a mí qué me importa que les pase a todos?
Sin interrogar, juzgar, interpretar o evadirse. Nos evadimos mogollón para evitar estar en estas situaciones.
Nos pueden servir estas frases que os pongo aquí:
1.      No sé qué decirte
2.      Yo también me siento de esta manera
3.      Si te apetece que hablemos o si prefieres estar solo.
4.      A mí también me gustaría comprenderlo pero no lo entiendo.
5.      Quiero que sepas que estoy aquí si tú me necesitas.
Hay niños y adolescentes que nos necesitan y otros que no nos necesitan, pero es importante que sepan que si nos necesitan, estaremos ahí.
¿Qué es lo que no está bien? Frases como
1.      No te preocupes
2.      No te enfades
3.      No lo pienses, y ya verás cómo todo irá bien
4.      Tienes que se fuerte por tus hijos.
¿Quién sabe si todo irá bien o no? Cuando lo que sucede es que lo normal es que al pasar varios meses, te sientes peor, porque te das más cuenta de la pérdida. Y ¿cómo no me voy a preocupar si ha muerto mi madre o mi padre? ¿Os imagináis que a alguien le tocara la lotería y le dijéramos: no estés contento? Pues no, esto no nos lo planteamos pero es así, es lo mismo pero colocado en el otro extremo, como si le dijéramos no entiendo por qué estás contento.
Todo esto que os explico podéis encontrarlo en la web de nuestra asociación y en mi web personal también lo tenéis, ponéis mi nombre y aparecerá.  En Pamplona hemos editado unas guías, una de ellas es el duelo en los niños, que la editamos a través del Gobierno de Navarra, y está en diferentes centros de salud, en centros de atención primaria, y habla un poco de todo esto que yo os digo.
Y nos vamos a la última parte de esta ponencia: La escuela.
Os he traído un testimonio, que soy yo, hace unos años, cuando tenía 29, y que surgió de Kepa Camiña, una persona con la que colaboro en el País Vasco, que sabe mucho más que yo en relación con el tema del duelo en la escuela. Yo le pedí ayuda para una tesis que estaba elaborando, necesitaba una serie de datos, y entonces yo le contaba mi historia sobre las razones que me habían llevado a meterme en todo esto y ella me pidió permiso para utilizar mis palabras para una Jornada que ella estaba preparando. Por eso pensé ¿y por qué no las voy a utilizar yo para mí?
Os he traído un extracto de aquello que yo le contaba entonces a Kepa: 

“Y después es cuando llegó la realidad, esos días fueron como una nube espesa en la que funcioné creo que bien, según lo que se esperaba de mí, fui fuerte, creo que demasiado, porque como buena adolescente que era me salió la necesidad de hacerlo todo bien. El siguiente lunes me incorporé a mis clases, y fue una de las peores experiencias que recuerdo, me sentía totalmente observada, sola y sin apoyos para salir de todo el mogollón emocional que tenía adentro. Como te digo, salí airosa del asunto, fui buena persona, buena estudiante, pero vacía por dentro. Necesitaba ayuda y creo que la pedía a gritos pero nadie me la daba. En el colegio no supieron reaccionar correctamente y en mi familia bastante tenían con sus emociones y mi entorno de amistades no se atrevía a decirme nada. Total, que lo que yo necesitaba era hablar, verbalizar y canalizar todo lo que yo sentía, y nadie me dio el espacio para ello”.

Yo creo que ante el adolescente que sufre una pérdida, no hay que mirarle solamente cuando reacciona de forma “negativa”, porque yo reaccioné estupendamente, luego vino Paco con las rebajas unos años después y me dio “pa el pelo”. ¿Por qué reaccioné tan bien? Pues porque pensaba que bastante había ya en mi casa para que encima yo fuera un problema más. Entonces lo que hice fue refugiarme en ser una hija estupenda, sacar unas notas estupendas y parecía que yo estaba tan estupenda….y en realidad ¿qué estaba haciendo? Refugiarme en otras cosas que no eran la realidad, y esto también es importante tenerlo en cuenta. Porque muchas veces en la familia y en los centros educativos no se mira todo esto, porque estos son los que van bien, los que están encarrilados y mira no, porque luego salió por otro sitio. Por eso, miremos las dos cosas, no solo los que son rebeldes, los que tienen problemas escolares…¿vale?
Y lo más importante, y eso siempre lo digo, que de una manera instintiva lo tenemos todos, aunque tengamos mucho miedo, si nos quitásemos la capa del miedo, nos saldría todo mucho más fácil, es acompañar a las personas que están viviendo una situación de duelo, si yo lo único que necesitaba era que alguien me dijera: ¿cómo estás? O ¿necesitas algo? Aunque igual yo le hubiera dicho: “pues mira no, no necesito nada, porque como soy adolescente, paso de contarte a ti lo que necesito que ya se lo cuento yo a quien me dé la gana”.
Si educáramos en la escuela no solo de manera paliativa sino también preventiva, no se darían situaciones como la que a mí me sucedió, en la que perdí a mis amigas, me sentía sola y observada y con un gran vacío dentro.  Por eso es esencial sembrar para que luego si llega el caso, no se den situaciones de este tipo.
Además cuando uno vive tan de cerca una muerte, uno dice de repente, “huy!, si resulta que nos morimos y que me puedo morir”, y uno se da cuenta de que la muerte está ahí, toma conciencia de que es una realidad de la vida. Por eso, educar a los niños en conciencia de mortalidad, nos va a recordar que además de que somos homo sapiens, es decir, seres culturales, pensantes y buscadores de conocimiento, que es lo que hasta ahora nos han enseñado, a todos los que estamos aquí; ahora en los colegios también algunos educadores y profesoras se preocupan y se interesan en educar también en lo emocional, también es necesario educar en inteligencia emocional. Porque los niños y los adolescentes tienen mucho amor por dentro, y por eso si creamos espacios para abrir el corazón, alucinas con todo lo que sale, pero claro si solo hablamos desde la cabeza y no les damos el permiso para sacarlo. ¿Qué nos pasa a las personas cuando estamos en duelo? Que nos metemos para dentro y entonces nos damos cuenta de tenemos parte de nuestra identidad que desconocemos y de repente vemos que somos intuitivos, que necesitamos intimidad, libertad y descubrimos que necesitamos mirar otras cosas, buscar otras cosas, ¿por qué? Porque tenemos un corazón que se ha despertado. Y yo os digo que en mi caso, yo era la más escéptica de todas estas cosas.

¿Por qué y para qué educar?
·         Porque nos hace valorar lo que tenemos y cuidarlo,
·         porque nos prepara para la muerte,
·         porque nos amplía el concepto de amor y nos humaniza
·         porque nos da el sentido del compromiso y la responsabilidad social
·         impulsa a expresar nuestros sentimientos y a tenerlos al día
·         reconocer un valor determinado a lo material.


Todas estas cosas las conseguimos si damos el permiso de empezar a hablar de otra manera, y las personas nos vinculamos cuando hay corazón. ¿Qué pasa en las asociaciones como Talitha o Goizargi? Yo siempre he pensado: “No sé cómo esto puede funcionar si hay gente tan diferente, con ideas políticas distintas, creencias religiosas diversas y sin embargo funciona”, pero cuando el corazón se vincula todo eso da igual.
¿Cómo tenemos que hacer todo esto? Primero con seguridad emocional, porque si vamos ante los alumnos sin ella y temblorosos, se nos nota. Y si yo no miro cómo está mi historia personal de pérdidas y coloco cada una en su sitio, es difícil que yo hable de todo esto con los demás. A todas las personas del mundo se les ha muerto alguien o han perdido alguien importante para ellas, y habrá que mirar lo mío antes que nada, para no proyectarlo en los demás.
Hay que tener siempre una coordinación familia-escuela. Este es un tema que es difícil de tratar, ¿por qué? Porque hay que coordinar ambas cosas, yo no puedo ir por un lado y la familia por otro. Yo tengo que conocer por dónde va la familia, y viceversa. Y como decíamos anteriormente, hay que ser transparente y claro, la muerte se llama muerte, las emociones se manifiestan y hay que tener una integración normalizada, lo que quiere decir que no se trata de mirar al niño con lástima toda la vida porque bastante tiene con lo que tiene, ni todo lo contrario, sino buscar el equilibrio entre ambas partes. Hay que dar la posibilidad de que haya expresión y escucha, fluidez, naturalidad, sinceridad y honestidad, y objetividad.
Resumiendo, existen varias posibilidades en las que se podría trabajar:
1.      a nivel preventivo, como ya os he explicado a lo largo de la charla.
2.      a nivel paliativo, cuando hay una situación de muerte en un centro educativo, bien sea porque al niño o adolescente se le ha muerto alguien de su entorno, o bien porque algún alumno o profesor del centro fallece. Ahí hay que hacer una intervención paliativa. No podemos hacer como que no pasa nada y todo lo que se excluye se hace más grande.Ambas se podrían incluir en varios sitios, a nivel preventivo se puede contemplar bajo el Plan de Salud de bienestar y seguridad, como existe en Navarra. Todos sabéis que cuando hay una simulacro de incendio en los coles, ahí es donde se incluye, en el Plan General. ¿Por qué en las escuelas no puede haber un protocolo de atención paliativa ante estas situaciones? Porque no sabemos si la escuela se va a quemar, probablemente no, pero que seguramente sí va a haber muertes en el entorno de un centro educativo, es una realidad que no se mira.  
     Y la segunda serían las intervenciones puntuales. Lo que yo os he traído aunque no me va a dar tiempo de informaros ampliamente, lo que yo he hecho ante una situación de muerte en Navarra, el propio claustro a veces siente que no tiene la capacidad para sujetar esa situación, entonces hay que buscar una intervención de un profesional externo que pueda entrar y ayudar al claustro. Y quiero insistir sobre esto, al claustro, porque los tutores son los que deben de estar con los niños, porque eso es normalizar. No tiene ningún sentido que yo, que soy alguien externo entre en el aula a contarles cómo hay que elaborar un proceso de duelo, pues eso es desnaturalizar completamente la situación, entonces, son los docentes los que tienen que sostener esa situación y yo parto de la idea de que todos los profesionales somos capaces de hacer algo así, si nos quitamos el miedo, ¿vale?
     Y la otra parte sería la parte preventiva, que a mí se me ocurre que se podría realizar de dos maneras: una, dentro de actividades en áreas didácticas específicas; es decir ¿por qué en biología no podemos hablar de cómo se muere la gente? O ¿por qué en lenguaje no podemos reflexionar sobre textos que tratan sobre personas  que tratan esta temática? ¿Por qué en inglés no podemos traducir un texto que trate sobre emociones? En fin, que no es preciso hacer cosas mucho más allá de lo que supone todo esto. Eso es lo que autores como Mar Cortina y Agustín de la Herrán, que controlan mucho más que yo, hablan de introducirlo ya no de una manera transversal, sino más radical, porque entienden que es algo que llega al ser humano en su totalidad.Y la otra posibilidad que es con la que yo he trabajado, y que sé que en Pamplona se están haciendo cosas es incluirlo dentro de la hora semanal dedicada a la tutoría que tienen todos los centros, a través de actividades didácticas en las que se facilita que puedan fluir toso esos sentimientos.
      Podéis ver un protocolo paliativo en www.educación.navarra.es que hicimos en plan sencillito ante diferentes situaciones que surgieron.
      Y para finalizar, os he traído una canción porque creo que las canciones son un recurso maravilloso con el que poder trabajar, y esta que quiero compartir con vosotros para cerrar llegó en un momento concreto a mi vida y me dijo cosas. Es de un grupo que se llama Tercer cielo, y se titula “Yo te extrañaré” y va dedicada a todos vosotros. Espero que os guste. 


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