domingo, 12 de agosto de 2012

LA ESCRITURA COMO CAMINO DE SANACIÓN



        
 ¿POR QUÉ ESCRIBÍ MI LIBRO SOBRE LA MUERTE DE MI HIJO?

         Tras la muerte de mi hijo pequeño José Luís, el 16 de junio del 2008, con tan solo 12 años de edad y como consecuencia de un trágico accidente, comencé a escribir para aliviar mi dolor y sacar a la luz todas mis emociones encontradas, que se sucedían día tras día y que necesitaba liberar, para atravesar el dolor y vaciar mi alma de esa pesada e insoportable carga emocional.
Se trataba de algo espontáneo, pero a medida que trascurría el tiempo, me iba haciendo consciente de que se convertía en una autoterapia individual, en los momentos de elegida soledad a lo largo de mi proceso de duelo.
Como escribía esporádicamente, cada vez que retomaba la escritura del libro, debía de releer todo lo anterior; al hacerlo, me posicionaba como testigo de mis pensamientos, emociones y sentimientos que iban apareciendo espontáneamente, algunos de los cuales eran idénticos a los que percibía días atrás, mientras había escrito aquellas páginas, sin embargo otros eran nuevos, y me permitían observar mis avances en el proceso de aceptación y confrontación de la pérdida.
Es decir, era un ejercicio de auto consciencia para identificar la parte inconsciente y difusa que estaba escondida en el interior de mi mente y de mi alma, anhelando ser liberada y ver la luz.
A veces, tenía que interrumpir el trabajo de escritura y salir a pasear, o retirarme a un lugar seguro, porque el llanto se apoderaba de mí y me obligaba a detenerme para vaciar la pena que golpeaba de nuevo mi dolorido corazón.
Otras veces, percibía la calma y serenidad que se instalaban en mi interior con confianza y seguridad, sustituyendo a la rabia, a la tristeza, la confusión o a la frustración.
Y siempre, acompañando a unas y a otras, la presencia de mi hijo evocaba en mí aquellos hermosos recuerdos, que llenaban de Amor y de Luz cualquier rincón de mi alma, y susurraba claramente que siempre estaríamos unidos.
La certeza de que él continua vivo bajo otra forma, invisible para los sentidos físicos, ha sido mi máxima en cada momento.  

Comencé a escribir mi libro “Palabras para el recuerdo” en otoño, sin un propósito claro y consciente de publicarlo.
La decisión de publicarlo llegaría en marzo del 2009, durante las jornadas sobre el duelo que organiza la Asociación Talitha, creada para ayudar a padres y madres que han perdido hijos en Albacete.
Allí escuché el testimonio de Manuel, un padre de la Asociación sevillana Alma y Vida, que había escrito un libro en homenaje a su hija Marta.
Compré su libro y comencé a leerlo esa misma noche; al cabo de dos días ya lo había finalizado, y pensé que era el mejor homenaje que se podía hacer en memoria de un hijo muerto. Esta fue la razón por la que decidí publicarlo. 

Pero existe también otra razón poderosa en mí, por la que comencé a escribir mi libro; estoy convencida de que mi testimonio como madre de José Luís, es el mejor legado que puedo dejar a mis sucesores, para que conozcan de primera mano lo sucedido.
He observado que normalmente, en las familias que han sufrido la pérdida de un ser querido por acontecimientos trágicos, como suicidios, accidentes o asesinatos, prefieren esconderlos y no recordarlos, como si de esta manera se aliviase más rápido el dolor de los que se quedan.
Sin embargo, está demostrado científicamente que esto tiene consecuencias muy perjudiciales en el proceso de duelo, que comienza tras la muerte de un miembro de la familia.
La pena y otras emociones reprimidas ocasionan conflictos emocionales no resueltos, pudiendo generar enfermedades físicas y psicológicas tan graves como el cáncer, la depresión y todos los problemas derivados de las mismas. (Véase la teoría del Dr. Hammer).
Además, los asuntos pendientes que tuvieran los familiares con el difunto, se agravan y se hacen más insoportables, si no se les libera y se les da la atención que reclaman.
También para el alma del difunto, el hecho de que se le recuerde públicamente, con amor, con ternura, con alegría, es muy importante, para ayudarle a liberarse de su cuerpo emocional y mental, para que su energía psíquica continúe su camino en el más allá, y se dirija hacia la Clara Luz, como señalan muchas tradiciones orientales.
Sobre esto, hay una extensa y variada literatura, desde la antigüedad hasta nuestros días, que habla del “viaje de regreso a casa” del alma tras la muerte: El libro tibetano de los muertos; Vida después de la Vida; La muerte un amanecer; El Zen de la Vida y la muerte, entre otros.

Si por el contrario, la familia decide olvidar lo sucedido, la tragedia se convierte en un “secreto de familia”, que con el tiempo y la desaparición de los testigos que vivieron el suceso en primera persona, su recuerdo desciende al foso del olvido, y adquiere un halo de oscuridad e interpretaciones difusas, que lo hacen permanecer reprimido en el baúl de la memoria histórica familiar, hasta que generaciones más tarde, otro acontecimiento similar, logre traerlo a la Luz en busca del orden, el equilibrio y la armonía en el sistema del alma familiar, como describe Bert Hellinger en su terapia de constelaciones familiares.

Por último, mi libro “Palabras para el recuerdo”, es un testimonio vivo contado en primera persona, donde intento compartir las enseñanzas de mi experiencia como madre que ha sufrido la pérdida de un hijo, para que mi aportación sirva de ayuda a otros padres y madres que por circunstancias de la vida, tengan que sufrir experiencias tan dolorosas y difíciles como es la de ver morir a un hijo.
Es un mensaje lleno de esperanza para quienes necesiten encontrar el consuelo y la paz interior.

      Rosa Valles Martínez.                  
                                                             Elche de la Sierra, a 10 de diciembre de 2010

Artículo escrito para el trabajo de investigación de Inma Latorre Coves, sobre la Escritura como Terapia, para su formación en la Escuela de Arteterapia "El Caminante".



  

1 comentario:

  1. Que bonita introducción amiga Rosa...yo creo que soy algo atípica,como bien sabes mi hija se suicidio,en casa ni se oculta ni nos sentimos culpables...Bastante dolor siento como para encima añadir algo mas.Me alegro que con la escritura te sientas mejor. Cada uno tenemos que buscar nuestro camino,para no dañarnos mas, a si lo hago y a si lo siento...Un abrazo fuerte Rosa felices sueños

    ResponderEliminar