domingo, 13 de marzo de 2011

Lecturas recomendadas sobre la muerte 2


El 30 de agosto de 2010 murió mi madre tras un proceso de agravamiento de las enfermedades crónicas que padecía a lo largo de su etapa de envejecimiento: cardiopatía, diabetes, insuficiencia renal y osteopenia. Un mes antes, nos reunimos los 6 herman@s para hablar de cómo organizarnos ante esta situación que avisaba de la proximidad del final.
Los días antes de su muerte me encontraba a su lado para cumplir con mi turno y con mi misión de acompañamiento y guía en los últimos días de su vida. Yo no tenía que cuidarla hasta días más tarde, pero a través de un sueño recibí el aviso que me indicaba que fuera allí inmediatamente. Y así lo hice. Para mí fue un regalo poder estar junto a ella en el momento culminante.
Gracias a todo lo aprendido tras la experiencia de la muerte de mi hijo dos años antes, y a los muchos textos que llegaron a mis manos para dar respuestas a mi necesidad de comprensión y aceptación, pude ayudar a mi madre a cruzar el umbral de regreso a nuestro verdadero hogar.
Hoy quiero compartir con vosotr@s un extracto del libro "El Zen de la Vida y la Muerte" de Philip Kapleau, que para mí representa la obra maestra sobre el arte del buen morir. Contiene una gran sabiduría sobre los momentos previos a la muerte.
  • El buen morir: La forma en que los individuos reaccionan ante una enfermedad mortal depende naturalmente de su personalidad y de sus valores, pero principalmente de su fe y de su conocimiento espiritual. Numerosos libros nos hablan de cómo vivir, pero muy pocos nos dicen cómo morir. La mayoría se centran en el dolor, en la pérdida y en la tragedia que la muerte representa. Morir con arte es hacerlo sin pensar en nada, sin aferrarse a nada, simplemente desapareciendo como las nubes en el cielo. Un logro semejante presupone una considerable visión espiritual. Ser capaz de morir sin pensar en nada implica que, a través de la meditación y otras prácticas espirituales, has ganado el control sobre tus volubles pensamientos y un alto grado de dominio sobre tus emociones. Morir sin desear nada refleja que has descubierto que en esencia eres completo, pleno y no te falta nada. Morir sin desear comprender nada significa que has percibido que todas las cosas, incluido tus pensamientos, tus sentimientos y percepciones son impermanentes, que surgen según determinadas causas y condiciones y desaparecen con la aparición de nuevos factores causales. Morir sin aferrarse a nada es ser consciente de que en realidad nada nos pertenece, ni el cuerpo, ni la mente, ni la propia vida y que, por tanto la muerte es un dejar de aferrarse a todo aquello que nunca nos ha pertenecido.
  • Sobre el dolor: Cuanto más marcado tenga una persona el sentido del yo como un ser separado de los demás, con mayor intensidad experimentará tanto el dolor físico como el existencial. El médico al cuidado del paciente moribundo ya no sigue buscando un remedio o al menos un medio de controlar la enfermedad, sino que dirige su habilidad médica a controlar un calidoscopio de síntomas cambiantes. Pero si el médico es capaz de aumentar el nivel de consciencia del moribundo apartándole de las preocupaciones de su propio cuerpo, le dará la oportunidad de acabar su vida con tranquilidad, tanto respecto a sí mismo como su familia. Existen muchos caminos para controlar el dolor que permiten al paciente conservar la mente clara: las técnicas de relajación, visualización, la acupuntura, la hipnosis y la meditación entre otras. El dolor de cada persona es distinto y por lo tanto no existe una receta universal para erradicar o mitigar el dolor. El dolor puede ser el mejor maestro de nuestra vida. Por otro lado, en la etapa de la muerte, una persona puede aprender algunas de las lecciones más importantes de su vida. Es necesario asegurar un cuidado integral y la máxima comodidad al moribundo y tener en cuenta algunas de las molestias físicas más frecuentes, como la boca seca y el estreñimiento. Respecto a ayudar a los demás en este trance inevitable y tan decisivo, es bueno conocer las etapas de la muerte que han sido descritas en varios libros después de estudiar muchos casos, como "Vida después de la Vida" de Raymond Moody, "La muerte, un amanecer" de Elisabeth Küble-Ross....
  1. Para los enfermos terminales: Durante una enfermedad de carácter irreversible, es de vital importancia mantener unas cálidas e íntimas relaciones con amigos y familiares. Se necesita, al menos, un amigo de confianza al que podamos contar miedos y deseos. Estas cálidas relaciones y duraderas relaciones ayudarán a disipar el sentimiento de aislamiento que con tanta intensidad se experimenta en esos momentos y a crear una buena atmósfera, tanto en casa como en el hospital o en una residencia de ancianos.
  2. El arrepentimiento es muy importante ya que nos permite vaciar la mente de sentimientos de culpabilidad, los cuales suelen aflorar con inusual fuerza en estos momentos, es de suma importancia halla la paz interior. Si se hace con sinceridad, sirve para limpiar el corazón de los residuos de sentimientos que aún albergamos en nuestro interior.
  3. La respiración es un modo efectivo de calmar la ansiedad; haciéndolo de manera plena y profunda tres veces y concentrándonos solo en la respiración. Los ojos pueden mantenerse abiertos o cerrados. La respiración es la fuerza que unifica el cuerpo y la mente, creando un vínculo entre lo consciente y lo inconsciente, entre las funciones voluntarias y las involuntarias.
  4. El estado de la mente en el momento del último suspiro es crucial, ya que determinará la dirección que tomará tu fuerza vital, y con ello tu futura encarnación. Sólo a base de una mente preparada por medio de la disciplina de la espiritualidad tendrás la esperanza de poder resistir a la atracción que ejercerán sobre ti tus antiguos patrones del apego y de los deseos durante el momento en que tus energías abandonan tu cuerpo.
  5. Versos u oraciones: Con el fin de prepararte para el momento culminante, te aconsejo leer o que te lean un texto sagrado o tu oración favorita, que contienen la sabiduría trasmitida por los seres plenamente iluminados.
  6. Pedir ayuda a los seres iluminados, que nos están esperando para guiarnos en el momento de la muerte. Para abrirnos a la compasión de los seres iluminados es necesario tener fe en su existencia, cogiendo la mano que nos tienden. La ciencia nos dice que la energía no se destruye, o sea que las cualidades que esos salvadores encarnaron, un amor y una compasión infinitos, están todavía a nuestro alcance. La realidad de la vida es mucho más compleja y omnipresente de lo que podemos imaginar. Tal como las religiones orientales han manifestado desde la antigüedad, y confirman algunos científicos, el mundo material es una ilusión fabricada por nuestros limitados sentidos, los cuales nos ofrecen una imagen incompleta, y por lo tanto falsa, de la auténtica naturaleza de la realidad.
  7. Los ejercicios de visualización son también muy útiles para calmar la mente. Si eres cristiano, puedes visualizar la faz de Cristo o de la Virgen María; si eres budista, visualiza a Buda; si eres hindú visualiza a Krisna. Aquellos que no pertenezcan a una religión en especial pueden visualizar un paisaje, una fotografía o una pieza de música que les infunda serenidad. Si sientes que surgen sentimientos de cólera o de odio hacia una persona acéptala mentalmente e irradia pensamientos de compasivo amor hacia ella. Cualquier persona puede practicar estos ejercicios durante media hora al día, no solo relajarán tu cuerpo y calmarán tu mente, sino que transformarán toda tu personalidad y será más fácil vivir contigo misma y con los demás.
  8. Permanecer junto al moribundo: Debes saber que los moribundos, en un determinado momento, suelen perder interés por su entorno y se retraen de quienes les rodean, como si entrasen en un estado de trance; y a menudo ven y oyen cosas que los demás no pueden percibir. Un gran número de tradiciones antiguas suelen afirmar que las personas suelen desarrollar una percepción extrasensorial durante una enfermedad grave o terminal. Si estallas en llanto o te pones histérico, sin duda, perturbarás este proceso tan sensible que el moribundo está experimentando. Por lo tanto, intenta hacerlo tan lejos de su cama como puedas. Si el moribundo se retrae hacia su interior, no lo interpretes como que tú también debes hacerlo. Al contrario, aprovecha cualquier momento para expresarle tu comprensión y amor, estrecha su mano, abrázale, bésale, tócale e intenta descubrir si necesita algo. Aunque sólo te sientes en silencio junto a él, irradiando amor y afecto, esto ya le ayudará a disipar la bruma de soledad y el miedo que suele aparecer en ese momento. El enfermo Terminal teme ante todo el abandono. Crea una atmósfera serena para sus últimas horas. Arregla la habitación del moribundo para que trasmita una agradable sensación familiar. La función de guiar la mente del moribundo tanto antes como después de la transición de la muerte es de vital importancia. Recitarle textos sagrados, plegarias o poemas resulta muy beneficioso. El sentido auditivo es el último en desaparecer. No dejes de recitar cuando la persona sea declarada muerta, continúa durante un período más o menos largo, dependiendo de las circunstancias del momento. Si permaneces sereno y concentrado ayudarás al moribundo a continuar su viaje hacia el más allá.
  9. La importancia de los cánticos. Al cantar con el corazón y con sinceridad elevamos la energía, creando una atmósfera de calma y armonía; los sonidos y el ritmo de los cánticos constituyen un excelente medio de burlar el intelecto discriminador y comunicar al moribundo o al fallecido las verdades esenciales de la existencia.


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